Venus en Estambul.




Se había reunido en la residencia de descanso de Shri Mahavir Pawar. La
propiedad estaba ubicada en la región montañosa del país.

- Señores.... estoy de vuelta. Shri le traigo el informe que le comenté. - anunció Tomas.
- Yo me voy a caminar un rato –dijo Man- los números no son mi tema. - bebió el último sorbo de la infusión de té rojo y salió al parque.
- Bueno, a ver que noticias me traes. – dijo Pawar.

El indio estaba recostado en un amplio y blanco sillón mas debió tomar una posición más derecha para poder atender a su lugarteniente. La tarde era tibia, soleada, matizada con una suave brisa cálida, el verde era profundo y los narcisos estaban en flor.
Man caminó algunos pasos quedando frente al espejo de agua del pequeño lago artificial -que junto a una selecta fauna- era el orgullo de su dueño y señor. Llenó sus ojos con el apacible paisaje y mágicamente formó parte del cuadro central que fue nutrido por un hermoso cisne blanco que se deslizaba dulcemente por las transparentes aguas.

En ese preciso instante lo abordó el recuerdo del cuadro de “El nacimiento de Venus” de Sandro Botticelli y en ella fijo su mente; Descubriendo el asombroso parecido entre Venus y Domenica. En la posición de su cabeza, en sus cabellos al viento y en especial su mirada, esa pensativa mirada.

Comenzó a imaginarla, caminando, mirándolo, despidiéndose, besándolo, su piel se erizó y se concibió diciéndole: ¿Sabes lo que siempre me gusto de ti? Tus movimientos, el de tu cuello, tus blancas manos en los bolsillos, tus carnosos labios húmedos... tu pícaro pie girando sobre el talón. Tu mirada, tus ojos, tu lunar, el sabor de tu boca. He intentado olvidarla pero no puedo... y vuelves con tu campera verde, y te veo caminado a mi lado, siento las alianzas de nuestros brazos, el cine de esos sábados, los bailes... aquellos únicos bailes. Las rosas y mis miedos... cuantos miedos!
Me gusta recordarte, me hace tanto bien y también me hace tanto mal. Impotencia, es este gusto que mastico hace tanto años... que tanto me duelen contarlos. No puedo recordar el color de real de tus ojos -y es sal para mi herida- pero si puedo soñar tu esperanza, que aún vive en mí ser. Tengo fijada tu imagen en el umbral de tu casa, descalza con unas medias azules de colegio, hablándome a escondidas al pasar. Ah... si sólo pudiera decírtelo, si sólo desearas escucharme, si tan solo supieras... si tan sólo lo supieras comprenderme. Presiénteme y encuéntrame en tu corazón.

Deseó estar frente al cuadro del italiano en el Renacimiento, gozando con cada pincelada e influyendo en su creación con la mismísima Dominica como modelo. Con el mismo espíritu de realzar la belleza y la armonía, con la más intensa impresión de un ser infinitamente tierno y delicado, conducido por y con el don del cielo.

Soy un testarudo estúpido... que aún y a pesar de todo y todos... aún cree... en el amor. Dicen que esa moneda ya no tiene más valor, dicen que los románticos no tienen lugar en el mundo de hoy.
Tal vez, tal vez tengan razón... pero, te extraño tanto. Tanto mi amor...



Miró al cielo como rogando que el destino nuevamente no le juega otra mala pasada y postergue su eterno deseo. Su mirada volvió sobre le cisne blanco y recordó una melodía que en su mente comenzó a resonar ¨ The Bonny Swans ¨ de la talentosa Loreena McKennitt. Con místico ritmo y étnica instrumental lo cubrió el recuerdo de la fábula que a ella inspiró; la cual hablaba de una niña ahogada por su celoso hermano que vuelve en forma de cisne para luego transformase en arpa. Se quedó imaginando las escenas de la fábula, dando forma a los rostros de los personajes, pero nuevamente un flash lo transformó todo. Quedando por un instante atrapado en una poderosa ensoñación:

Si tan sólo me escuchara, si tan sólo pudiese decirle... que nos fuésemos de viaje a... ¿Ah? ...Estambul?

Eso Estambul. Elegiríamos el camino más largo, un par de básicos, algunos billetes y nada más... para que más! Tenemos la edad justa, la cultura necesaria, los deseos intactos y los sueños en anhelos. ¿Para qué más? Está todo... estamos listos, ...estas tan linda, ...tan linda como siempre. Pensarte expande mi pecho... amor!

Estaba inmóvil, solo sus ojos seguían el deslizar del cisne por las transparente aguas del lago, mientras proyectaba su utopía.

Eso... sí ya estamos... esto es Estambul, puedo sentir el aroma de las castañas que asan en cada esquina, mi ropa ahora son atuendos y mis papilas reconocen los mil y un sabores del Gran Bazaar. Pero... ¿dónde estas...? ¡Ven a mí! Ven amor ven...
También llevas un hermoso atuendo y tus cabellos brillan adornos con signos de una diosa... ¿pero dónde estas? ¡Domenica mi amor! Ahí estas! -me digo- y mi corazón salta de adoración... y te busco y te pierdo en la turba. Mezclado entre la gente por las angostas calles, por un instante puedo ver resaltar sus ojos esperanza, ante tantos ojos negros que perforan. ¿Dónde te escondes amor...? Qué efímero es la vida sin vos. Tan solo mírame y sonríe... dame una señal. Una señal... a mi corazón.
No seria el oráculo de Delfos, ni Bizas pero si pudiésemos fundar ¨ nuestro tiempo ¨ frente “al país de los Ciegos”, cómo respondió el oráculo al pedido de éste. Te siento con tus cabellos flotando en el viento. He de buscarte por cada rincón de Estambul... eres mía, sólo mía. Tú lo sabes... siempre lo supiste... mi amor.


Es que estoy recorriendo las riveras, navegando en una antigua embarcación que robé por ti mujer. Y busco por el Bósforo de Eminönü a Sariyer rozando el mar Negro, por los palacios de mármol y por las fortalezas; es que ni en los ¨ yali ¨ (casas de maderas frente al estrecho) estas. Me han dicho... que son muy crueles las cárceles por aquí, poco me importa, peor castigo es no tenerte en mis brazos. Que solo me siento sin ti... mi sueño eterno.
Ni en los palacios de Beylerbeyi, Yeldiz o Ciragan está a quién busco. Claro, es a ti a quién busco. Déjame encontrarte... déjame descubrirte... déjame correr tu velo.
Giro sobre mis talones y vuelvo a las calles, clavado en un pasillo desierto y corro detrás de los sonidos.
Posiblemente... podrías ser una bailarina que hipnotiza con su sensual danza del vientre, a todos los hombres deseosos de poseerte, pero tú eres tan sólo mía. Y aún si lo lograran solo cáscara obtendrán... tu corazón es mío... siempre lo será... perpetuo es el sello que nos une a los dos.

Y con paso apurado te vi cruzarme, en el Bazaar Egipcios, hacia la calle; Y me zambullo a buscarte en la marea humana mayormente compuesta de hombres de pelo, ojos y atuendos negros. Entre bares, back gamón, narguiles y bebidas he visto miles de odaliscas... pero eran tan sólo hembras, tan sólo mujeres, no eran mi amor.

Salto los aires por el transito infernal y aunque cubierta tu cabeza con los atuendos tradicionales, te he podido reconocer al sentir vibrar mi pecho... y te perseguiré... hasta el último segundo de mi vida. Quizás estas pensando en otro, pero no lo permitiré te obtendré nuevamente, aunque tenga que tragarme al mundo.

Ahora seguramente te llegas por el Gran Bazaar, pero ni el laberíntico mercado oriental de la época de Mehmet II podrá alejarte de mí. Y entre alfombras, sedas, cerámicas, tejidos, cobre y bronce estas; Estarías entre las joyas de oro, pero te escaparías de mi vista nuevamente. Puedo juzgar aún tu roce que ha quedado reflejado en el brillante oro. Porque brillante es pálido ante ti amor.
Entonces sería por tu latir y en el corazón de antigua ciudad tus pasos seguiré, más en la iglesia Santa Sofía ante la Mezquita Azul, mi respiración es agitada y temo no lograrlo. ¡Yambo! ahí estas... te descubrí, estiro mi brazo alargo mi mano y alcanzaría a tocar tus cabellos, pero sólo me quedaría con un chispazo de tu mirada que dice con desafiante miel: “Alcánzame y me tendrás”. Te esfumas y mi garganta está seca, mis rodillas cruzadas y mi mente desconcertada.


Entre pasos cortos y trancos rápidos deduzco que en el palacio Topkapi es donde me esperas. Giro mi cabeza y frente a mí lo veo, corro guardando aire y frenesí. Ah... amor esquivo!
Indago a las joyas del tesoro imperial, y no estas, ni entre las armaduras, yelmos, ni tronos de esmeraldas y perlas, tampoco entre las reliquias de Mahoma, ni el sarcófago de Alejandro. No...


No estas, quizás en el harén donde permanecían las esposas y concubinas del sultán, pero tan desolado está –para mí- como si miles de ellas estuviesen. Es que solo mi vida es encontrarte a ti... y poseerte... soy tu sultán y tu mi harén. Y cuando jadeante y aturdido me pare -entre gigante columnas de colosal domo-

mordiendo mis dientes, sentiré por mi espalda, por mi hombro izquierdo una suave voz de un perfumado aliento. Y me dirás “... vamos no temas, me alcanzaras!” me daré vuelta y nuestros cuerpos se enfrentaran...

- Domenica mi amor!



Te tomaré del rostro con mis manos – y con un terrible temor a que desaparezcas- me introduciré en tus ojos eternamente... ya no te dejare escapar, no te escaparas a mis famélicos labios. Acercándote te diré gracias, gracias amor...

Y cerrando los ojos te...


- Oye Man!... óyeme... despierta, veo que no te faltan ningún atributo más para estatua. ¡Vamos ven! -vociferó Shri, acompañado de la carcajada obsecuente de Tomas Noveno.


El cisne se ahuyentó ante la mirada impotente de Man, su belleza había huido dejándolo sin realidad, ni ensueño. Sintió un escalofrío de soledad que sólo un sol podría colmar. Tragó saliva y frunciendo el ceño se preguntó. - ¡Cuernos y diablos! ¿Qué santos quieren?

Tomó un guijarro del suelo y lo lanzó al lago, miró donde caía y cuando lo vio impactar se le agudizó la mirada y su abstracción. Capturado por unos instantes por ese simple hecho, disfrutó casi sin respirar de esos anillos perfectos de formas consecutivas, que les transmitían algo especial. Como un murmullo sordo, como una huella abierta, que no podía comprender pero que le hacia sentir algo abismal.

Conmovido grabó la situación, dudó y se dio vueltas buscando responder al molesto llamado.
Resignado miró hacia las voces viendo como lo observaban y se obligó a volver a la charla. Recordó: “y es el viaje y no el destino... una fuente de prodigio”. Resopló y buscó aletargar sus pensamientos para atender al bribón.



sigue aquí.


Las imagenes son gentileza de los siguientes artistas: 3ra. imagen, "Mercado de las especias", 4ta. "Bosforo" por Pics of Pancho; 6ta. y 7ma. "Gran Bazaar" por Clixyou; 8va. "Sofía" por Rscandel; 9na. "Topkapi" por Antonioperezrio.es; 10ma. Topkapi - harén por Exnovo; "El Domo" por Antonioperezrio.es. Todas publicadas en www.flickr.com . Muchas gracias por permitirme utilizarlas.

El tema musical es "The Bonny Swans" de Loreena McKennitt de su albúm "The Mask And Mirror". Mi admiración y agradecimiento.