Preparativos.




- Hace un tiempo a raíz de lo percibió por Ángela y después de una larga búsqueda encontré la entrada a -lo que creo es- un “Hormiguero”. Si no puedo ratificarlo es que fue muy dificultoso para mí, ya que si bien al principio me acompaño Mikli, luego -a mi pedido- se quedó a mi espera casi a la mitad de la travesía. Él es un padre de familia y no quería arriesgarlo. Además yo no tenía el estado físico adecuado para aquella evento, es por ello que al otro día me puse a preparar también a mi cuerpo. Pasaron varios entrenadores y aquí estoy en pleno estado físico.

Man tenía que aceptar que la figura del islandés pareció ir mejorando a partir del momento que lo conoció. Quizás se estaba acostumbrando a la imagen –se justificaba- o realmente se rejuvenecía diariamente.

- Cuantos metros descendió. – Domenica.
-
Diría que aproximadamente entre trescientos y mil metros. Y digo aproximado ya que toda aparatología que tenía comenzó a fallar, a eso se debe la gran diferencia en el dato. En la medida que el descenso se acrecentaba todo comenzaba a fallar y perdí la noción de dónde estaba parado. Solo mi “Patek” funcionó correctamente el resto volvió a funcionar cuando regresé cerca de la superficie y realmente no sé como pude volver tan rápidamente.
- Su “Patek” es…
-Man.
- Sí un modelo clásico –mostrando su reloj pulsera- sin ningún tipo de componente electrónico. Pura mecánica suiza. – Nemesio.
- ¿Por qué está seguro que es un “hormiguero”? –Domenica.
- Bueno… el que no funcionen los aparatos es una señal. –Nemesio.
- Discúlpeme Iceoffson, pero hay más de una posible causa para que los instrumentos de medición y orientación se comporten erráticamente. – Domenica.
- ¿Cómo cuales? – Man.
- ¿Para qué quieres saberlo? – “señor Metido” pensó Domenica.
- Para saber si sabes lo que dices. –Man.
- Pero qué significa… -Domenica.
- Por favor, no acometamos nuevas confrontaciones. –intervino Nemesio con voz enérgica.

Silencio.

- Volvamos al tema. –Nemesio algo más calmo.
-
Hay dos temas importantes, uno la luz y el aire. El resto es sabernos orientar.
- No fueron mi problema en lo que poco o mucho pude avanzar.
- Así que podía hacerlo.
- Por supuesto, sino proseguí fue que temía no poder volver… me preocupaba no poder orientarme correctamente.
- ¿Hasta dónde llegó?
- Supongo que me faltaba muy poco para encontrar el ingreso principal. Ya que por dónde estuve es una zona exterior del hormiguero. El hormiguero o túnel principal debe estar un poco más adelante.
- Fue prudente de su parte Nemesio, supongo que este tipo de expedición debe hacerse en grupo
. –Man.
- Es elemental ser por lo menos tres personas. –Domenica.

Al terminar la frase se dio cuenta que había indefectiblemente incluido a Man.

- ¿Cuantos bajaremos? –Man.
- Nos ayudaría Mikli pero ingresaríamos los tres.
- ¿Usted también?
–Domenica.
- Por supuesto. –Nemesio.
- Discúlpeme –y espero que no se ofenda- no dudo de su estado físico, aunque creo que no esté en edad de afrontar el esfuerzo de tamaña aventura. –Dome.
-
Me he preparado para ello señora Feu. Demasiado tiempo para quedarme en el andén del destino.
- Nemesio creo –aunque me cueste admitirlo- que Domenica… tiene razón.
- No señores yo iré o mejor dicho ustedes vendrán conmigo.

Ambos se miraron por un segundo y se volvieron a Nemesio sin decir nada.

- Bueno es su decisión. –dijo pensando “es su dinero” Domenica.
- No insistiré –agregó Man-
ya que sería inútil hacerlo cambiar de opinión.
- Bueno ya tenemos el primer acuerdo. Ahora les mostraré unos planos trazados por Ángela en una meditación de contacto.
- ¿Perdón pero quién es Ángela?
-Domenica
-
Ángela era mi esposa.
- Ella era psíquica
. –agregó Man.
-
¿Y eso es todo lo que tenemos?
- Te parece poco.
–Man.
- Sí, me parece poco. –Domenica contestó rápidamente para luego advertir que podría haber molestado al islandés.
-
Perdón Nemesio pero…
- Señora, espere a ver antes de juzgar.
- Disculpe… pero –éste- me saca de…

Nemesio buscó en la pantalla el archivo del plano. A los pocos segundos apareció en la misma la imagen del mismo. Los tres observaron con atención, el vikingo se quedó en silencio esperando la opinión.

- Realmente parece un hormiguero. –dijo Man.
-
Esto es increíble.
- ¿Por qué?
–preguntó Man.
-
No tiene fin… parece rodear la Tierra. Cruza los océanos… va de continente a continente. Discúlpeme Nemesio su señora…
- Ella visualizó lo que están viendo y trazó las líneas básicas, luego con la ayuda de unos cartógrafos terminamos de darle la forma o terminación que pueden observar.
- Esto nos va llevar la vida recorrerlo.
–Man.
- No creo que sea tanto tiempo. –el islandés.
-
Toda esta historia es por encontrar las siete… “Siete Esferas” –dijo Domenica- y dónde “se supone” que estén las dichosas… “esferas”. No las veo en ninguna parte.
- Eso es lo que debemos averiguar.

-
Tendremos que recorrer el planeta señor Iceoffson. El planeta!
- Domenica creo que no estamos considerando que supuestamente no es un simple túnel es o son “hormigueros”.
–dijo Man.
-
Tengo pensado que mañana -lo más temprano posible- hacer un primer reconocimiento del lugar. Para luego de las lógicas evaluaciones y de estar de acuerdo ingresar al mismo lo antes posible.
- ¿Tenemos otra opción? –Domenica.
- ¿Qué quieres decir? –Man.
- A ti no te pregunté. –Domenica-
Me refería al lugar… hay otro supuesto “hormiguero”.
- Sí, pero esta opción es la más cercana y dado que estuve en la misma estoy convencido que es la mejor elección.
-
Muy bien señores voy a preparar mi equipo. Aunque antes me gustaría ver el de ustedes. –agregó Domenica dispuesta a comenzar.
- Me parece correcto. Vamos que le mostrare lo que he preparado.


Nemesio se levantó del sillón siendo seguido por Domenica y Man.



Así pues Domenica se encargó de conocer, revisar y supervisar el equipamiento a llevar. Nemesio sabía que lo básico sería lo realmente útil ya que el camino a recorrer no era el experimentado por Domenica ni por el mismo. Estaba advertido por su difunta esposa que las cosas serían más sencillas de lo pensado pero también mucho más asombrosas de lo jamás imaginado. Muchísimo más asombrosas hasta para un advertido.





Algunas horas después.


Nemesio estaba apoyado en la baranda del gran balcón, su mirada estaba absorbida por la inmensidad del océano.
De pronto su cuerpo se estremeció al sentir que algo tomaba su hombro. Giró su cabeza y se encontró con Man, el cual lo miraba mudo, algo pálido y con una mirada de niño asustado.

-
¿Qué sucede muchacho?
- No hay tiempo para un reconocimiento, debemos partir. –atinó a balbucear.

El vikingo comprende que no era lo racional lo que empujó a Man a decir lo dicho.


- Debemos hacerlo lo antes posible. –agregó.

El vikingo lo miró a los ojos y sentenció.

-
Correcto. Avisaré a Mikli que ultime los preparativos, encárguese de Domenica. No mejor le avisaré yo mismo.


Man hizo unos pasos para luego volverse hacia su interlocutor diciéndole.


-
Nos están observando.
- Lo sé… de cualquier modo debemos encararlo.
- Sí que lo haremos.

Ambos quedaron en silencio unos segundos.

- Muy bien, -dijo Nemesio-
pero antes aré algo que me prometí hace algunos años.

Sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña puntada y filosa tijera dorada. Con su otra mano tomó la cola de su cabello y en un solo corte la tronchó. La miró, sonrió y la lanzó al abismo del mismo mar.


- Por fin, llegó el día!