Meditación.

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Su mano golpeó suavemente sobre una de las dos hojas, tomó el picaporte y abrió la blanca puerta. Hacía unos minutos Lao le habían dado aviso para que bajase de su habitación hacía el lugar. No había estado antes en ese sitio de la residencia, así aunque dudoso decidió ingresar.
Al entrar se halló con un lugar muy amplio, la infaltable vista al océano, en el centro una gran alfombra, hacia la derecha tres sillones rodeando una mesa baja de cristal y en la pared una generosa biblioteca. Al echar su mirada hacia la izquierda encontró a Nemesio sentado en un típico banco de museo observando un único cuadro. Se acercó a él.

-Buenos días.
-Buenos días muchacho, ¿cómo descansó?
-Estupendamente, le diría
–entrecortando la frase al descubrir la pintura- mágicamente.

Ambos se quedaron admirando la magnifica obra de arte.

-No lo puedo creer.-enfatizando- Siempre soñé en poder verla. ¿Es la autentica?
-Una copia realizada por uno de los mayores falsificadores.

No se animó acercarse a la pintura y se sentó humildemente junto al anfitrión. El cual con vos pausada, serena y suave recitó…




Como aceleras mi corazón...
el sólo verte, tan sólo verte.
Ah... como mueves mis alas...
mirarte sonreír, tan sólo sonreír.

Como repican las campanas,
al sólo percibir tu voz.
Como danzo al cielo
con sólo imaginarte.

Qué tienes hermosa Venus;
que añublas mis ojos,
que irradias mi pecho,
que propagas mis sueños.

Permíteme ser tu Romántico,
que el tiempo no pudo pillar.
Permíteme soltar mi poesía sobre ti
y entrelazar las lozanías contigo.
Siempre contigo,
tan sólo contigo...

Siente al Céfiro que te empuja,
la Aura que te alcanza,
la Hora que te llama… a mis orillas.
Ese soy yo, sólo para ti.

Suelta las ligaduras del ocaso
y andemos los atemporales!
Liberta tus cabellos y tus alas,
esa eres tú, sí toda para mí!

Permíteme inundarte en besos,
que la Luna nos enamora.
Permíteme vaciarte de penas,
para rebasarte mis mares,
siempre contigo;
Tan sólo contigo... amor!



“A mi Venus” era la preferida de Ángela. –explicó para después de un breve pausa preguntar- ¿La conoce?

Man sonrió ya que él era su autor.

-Ah… Nemesio usted no deja de sorprenderme. No me da respiro. –cruzando sus brazos- Pero que belleza… sublime. –seguía sin quitar los ojos de la obra de Botticelli.
-Usted sorprende al enamorar la belleza con su corazón. Disfrute este instante y hágalo eterno.

Siguió absorbido unos minutos por la imagen y su poesía aun hacia eco en su mente. De pronto giró levemente su cabeza advirtiendo que el islandés ya no estaba sentado junto a él.

Decidió mirar hacia atrás y su mirar quedó congelado cuando sus ojos se posaron sobre la carpeta encontrando al islandés. Estaba en el centro de la misma con las piernas en posición de loto la espalda apoyada en el piso, sus brazos estaban tendidos hacia atrás –sobre su cabeza- con sus manos entrelazadas.
Se incorporó tímidamente acercándose en silencio y simplemente observó.


Su semblante era ilimitadamente relajado, sus labios dibujaban una expresión de Mona Lisa, sus parpados parecían pintados y de algún modo parecía asimilado por la alfombra, ya que en la misma estaba marcada la mismísima “Flor de la Vida”.
No supo que decir y menos que hacer -dejó pasar unos dos minutos- y al ver que Nemesio era inmutable, lentamente se sentó variando su postura hasta lograr la clásica posición de buda. Reconociendo que la figura de Nemesio dibujaba una lemniscata .

Después de aproximados diez minutos, el Vikingo -dando señales de vida- lentamente comenzó a moverse. Llevó parsimoniosamente sus manos hacia su pecho dibujando algunas formas, para luego masajear lentamente su rostro y la punta de su nariz. Su mano izquierda comenzó a seguir a su índice, este dibujó una espiral ascendente la cual se fue cerrando, bajando en picada en forma recta hasta el punto de partida. En ese punto lo esperaba el índice de la derecha tocándose y separándose, casi como marcando una línea imaginaria elástica. Finalmente sus palmas realizando un arco ascendente uniéndose en el cenit, bajando a descansar en su plexo solar.


Todo en Man era observación y aprendizaje. El maestro y el discípulo.

El vikingo sonrió bostezando y como si estuviesen ligados por una divina profunda sustancia, separó lentamente sus parpados. Pareciendo recién llegado de una dimensión excelsa.

“Existe una línea entre lo uno y lo otro de allí reaparezco.” Todo su cuerpo pareció señalar. Y meciendo el silencio su voz anunció:

- El hombre debe tornarse en un ser diferente y para ello debe pugnarse. Pues esto debe ser personal, ya que es una decisión intima la que enciende y nutre a la flama. Pensamos que hacemos pero en realidad somos llevados por los sucesos… un pensamiento, un humor, un deseo. Es primordial tomar “conciencia de si mismo”. No de arquetipos, imágenes, sonidos, recuerdos, anhelos. No de uno mismo en un lapso sino en los eternos “aquí y ahora”. Ya que no somos parte sino que Somos.
Lo que a usted le sucedió
–en el océano- fue un instante de estado conciente que en parte racionalizó con los datos propios, tanto emocionales e intelectuales. De ese modo pudo dar comprensión parcial al suceso. Aunque seguramente yace en su particular interior el sustrato de lo experimentado. Es por ello que su íntimo sentir le arrulla que hay mucho más por descubrir.

- Sí, así es. –susurró Man.

- La meditación es el camino. Al principio angosto luego se ensancha, se eleva para expandirse en un Todo. Es lúdica de crecimiento natural, es sensibilidad de inteligencia silenciosa, es belleza, testigo en fulgor. Es acontecimiento, comprensión, expresión y vuelo. Es conexión por dónde hemos venido y por dónde es el regreso. Una vía entre lo uno y lo otro.
Hay una atracción al “ruido” en desmedro del
“silencio”. Como lo opaco al brillo, como lo incierto a lo cierto. El ruido divide, el silencio… UNE.

Levemente despegó sus índices del plexo solar dibujando un círculo horizontal.

- El humano es una esperanza entre lo carnal y lo divino. El hombre es una semilla y nuestro anhelo es florecerlo.

- Ah… que bello es todo esto... cuanto me cuesta comprenderlo. Pues percibí en el océano que lo hice, aunque atendí que aun no la había logrado.

- ¿Qué debía volver, acaso? Pues fue su mente y su intelecto los que bramaron... por temor a que los gobierne. Pues ese hombre no necesita de Reyes, ni Reinos si es “conciente de si mismo”.

Cerró suavemente sus ojos absorbiéndose y diciendo:

- Créame muchacho… cada instante es menos lo que deberá hacerlo. Pues lo está más que comprendiendo, lo está presintiendo. Ya no es semilla, es flor naciente.
- Usted es mi maestro.
- Yo no soy su maestro, usted es su maestro.
–dijo con suavidad- Sígase a si mismo y no se perderá.




Feu a Islandia.



El celular de Domenica comenzó a sonar.

- Hola.
- ¿Señora Feu?
- Sí ella habla.
- Me presento Señora, mi nombre es Lao, colaborador del señor Nemesio Iceoffson.
- Esperaba el llamado de ustedes.
- Señora Feu le han informada…
- Ya le comenté que esperaba el llamado.
- Sí señora, desearíamos saber por…
- A mi lado está mi equipaje, mi equipo y documentación. Estoy lista.
- Señora sería de mi agrado pasarla a buscar.
- Muy bien lo estoy esperando.
- ¿En una hora?
- Correcto.

Domenica miró la pantalla de su notebook, la cual certificaba que el depósito en su cuenta había sido realizado. Ya tenía el total del primer trato, más la mitad del dinero prometido por Pawar, ahora deseaba la otra parte aunque debiese encontrarse con Man.





Las imagenes son gentileza de los siguiente artistas: la primera -excelente- por Dallas, la segunda por "Nacimiento de Venus" de Sandro Botticelli reproducción de E.H.Art y la última por Thelma Smith. La primera publicada en www.flickr.com . Muchas gracias por permitirme utilizarlas.