Leal.

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Ambos iban camino al cementerio de la familia Iceoffson en la Land Rover blanca, era un modelo más cercano a la primera que a la última generación.

- Manglio necesito algo de usted. – dijo Iceoffson sin dejar de mirar el camino.
- Sí usted dirá.
- Necesito que se libere del protocolo, del formalismo, de los prejuicios y exprese lo que le venga a la mente. Sin tapujos, reservas, ni dobleces. No se guarde nada, sea irreverente, impertinente, zafado hasta canalla si le es necesario. Aquí usted está resguardado, defendido y protegido. Que no le pese el hecho, que hace nada que nos conocemos, ya que sería limitante, restrictivo o como le guste llamarle. Necesito que confié necesito su plena confianza ya que con ella ganaremos energía. El universo es justo, permeable e inteligente. Y necesitamos de todas nuestras energías para que nos escuche y poder escucharlo.
- Perderíamos tiempo… de no ser así. ¿No?

De pronto frenó giro su cabeza y acomodó su cuerpo hacia Man y mirándolo a los ojos siguió diciendo:

- Usted sabe… el tiempo es lo de menos cuando contamos con las energías necesarias. Con ellas hacemos de él lo que deseamos. Podemos estirarlo, acotarlo, dilatarlo o minimizarlo a nuestro antojo. Es fundamental que se exprese de la forma que le fluya. Gestos, palabras, gritos o silencios. No se guarde nada aunque le parezca ridículo o fuera de lugar. Diga, exprese, sea. Le repito siéntase a salvo porque lo está y confié esa es la herramienta elemental en nuestra relación. Confié en mí.

Volvió su mirada al frente embragó puso la primera y retomó el camino. Man miraba el paisaje, sintiendo la congoja que siempre lo oprimía y que disimulaba. Pensó en charlar del lugar que descubría sus ojos pero prefirió decir lo que le dictaba su pecho:

- Aún no encuentro mi lugar, no es que esté incomodo, pero es una extraña sensación que me resulta muy difícilmente poder describirla. Es como... Como deseos de volver algún lugar… sin embargo no sé dónde. Y estoy demasiado grandecito para decirlo y hasta para admitirlo. Es de algún modo una frustración, quizás será que no he podido lograr estar con las personas que siempre desee verme y es por ello que no encuentro ése lugar. No sé...




Produjo una pausa – al ver una solitaria casa de paredes blancas y techo rojo- para seguir diciendo.

- A veces siento que alguien me está buscando y no puede encontrarme… A veces camino por la calle y pienso que nos cruzaremos. Y… me llamará, ya que no conozco su rostro. –casi sin respirar siguió diciendo- Una día me decidí a volver a los lugares que –supuestamente- podían ser, en busca de reencontrar ese sitio… esa persona… Y nada encontré, es más ya que se acrecentó esa sensación... en mí.

- Nostalgia.
- Quizás. Sí nostalgia. Esa es la palabra NOSTALGIA. Nostalgia de un lugar que no recuerdo y no sé si realmente existe. Esto me recuerda algo que me relataron; Un niño aparece frente al padre ofuscado y desorientado. El padre al verlo le pregunta: ¿Ya no juegas con tus soldados? Y el niño manifiesta, “Ya no me contestan”. Eso es lo que me ocurrió, esos lugares no tuvieron nada que decirme.
- ¿El niño dejo de ser niño?
– Nemesio.
- Quizás.
- Sabe... el concepto “niño” es sinónimo de pureza y inocencia.
- Sí. Lo considerorecordando el espejo- de esa forma.
- A vuelto a ser niño.

Mantuvo el pensamiento y esbozó una leve sonrisa.

- Lo dice en serio.
- Los niños juegan. Y juegan con magia, los adultos juegan con trampas. Hacemos trampa todo el tiempo y buscamos un sin número de justificativos que nos redima.
- Humm... volverse niño.
- Sí… es un gran salto, otro gran salto. Y usted lo ha dado.


Más luego pudo ver otra de paredes oscuras y bordes blancos casi acariciando las aguas.

- Que belleza… que hermoso es todo… Hermosa Islandia. –dijo emocionado.

Casi inmediatamente llegaron a destino el lugar era esplendido. La casa estaba elevada tenía dos plantas, sus paredes de color marfil, techo verde y los marcos de las aberturas de madera oscura.

- Este lugar tiene mucha historia. Aquí nació el primer Iceoffson ya que nuestros progenitores fundaron a Thule misma. El cerco blanco que está viendo –indicó Nemesio- circunda nuestro cementerio familiar. No todos los Iceoffson están en él, algunos quedaron sepultados en otras latitudes. Somos Vikingos.
- No tengo la menor duda.

- Estaciono y le mostraré el lugar.

- ¿Ángela está sepultada aquí?
- Por supuesto. Ella también es Iceoffson y ha sido todo un honor que aceptase estar y ser parte de nuestra familia.

La casa estaba abierta, el lugar estaba en perfecta conservación y flotaba la sensación de presencia de vida, de tranquilidad y de una infatigable paz. Estacionó frente a la entrada, ambos saltaron de sus asientos y Nemesio se dirigió directamente al campo santo. Man miró, olió, percibió el lugar por unos instantes mas luego siguió los pasos del islandés por el sendero de losas grises.

Había muchas lápidas de diferentes tamaños, todas ellas reflejaban diferentes épocas. Nemesio abrió la puerta de la cerca de madera invitando a Man a traspasar.

- Venga acompáñeme.

Caminó y se detuvo frente a una lapida de mármol en la cual no había epitafio alguno simplemente se podía leer “Ángela” y las fechas de su nacimiento y deceso.

- Ángela… él es… Manglio, MAN –dijo el islandés- Y estoy seguro… nos ayudará.

Man quedó extrañado aunque sostuvo el silencio.

- Ella fue una Mujer. – confesó sin dejar de mirar la lapida- Mi mujer y yo trate de ser su hombre. El mejor que he podido ser. Me dio TANTO que jamás pude retribuirle todo el amor que recibí de ella. No era una hembra, ni una madre, ni una hermana, ni una amiga, ni mi señora, no...era mucho más que todo eso… ella era una Mujer. Y yo tuve la mayor de las fortunas en que me halla elegido como su Hombre. Era una Mujer y lo será siempre.

Se produjo un silencio que permitió amplificar los sonidos del lugar. El susurrante viento de Thule.

Man necesito cerrar los ojos y sintió una suave -aunque pulsante- presión en el entrecejo. Volvió a mirar a su anfitrión y la tumba de Ángela. Advirtiendo que una lágrima le surcaba su mejilla. Escapándose de sus labios un afirmativo:

- Lo sé. –sorprendiéndose de haber brotado de él tal afirmación.



Luego le mostró en interior de la casa la cual había sido levantada sobre el primer hogar de la familia vikinga. Estaba llena de portarretratos con fotos de todas las épocas, amueblada y equipada como en tiempos pasados. A modo de ritual tribal todos los años Nemesio personalmente le realizaba un mantenimiento completo aunque no viviese nadie.

- ¿Tiene alguien que cuide del lugar?
- Sí por supuesto, el bueno de Mikli se encarga de todo. Vive muy cerca de aquí con Sigrun y los niños. -mirando a todos lados prosiguió- Seguramente no lo veremos… estará buscando hormigueros. Hemos pasado por su hogar… es de techo rojo.
- Ah sí, muy típica. Pero, ¿tiene problemas con las hormigas?

Nemesio comenzó a reírse y Man se contagió de la carcajada del vikingo.


- No... no... no son los hormigueros corrientes. No, no lo son.
- Ah.
- Son muy especiales.
- Así que tiene criadero de hormigas.
- No lo que llamo “hormigueros”-
dudando- en realidad son... pero luego le explico.
- Nemesio, cómo era Ángela.

Una sonrisa se dibujo en el rostro del islandés.

- Oh... ella era una Mujer. Lo digo y no me cansaré jamás de repetirlo.
- ¿Cómo era esa Mujer?
- Era vida, era el miedo constructivo, era coraje, era silencio, era la caricia, la palabra, la tenacidad, la suavidad, el respeto, la fidelidad, la templanza. Había sufrido mucho y eso la había purificado de odios, de cursilerías, de trivialidades, de frivolidades. Tenía una tristeza suave y una chispa de vida que lo sencillo lo hacía sofisticado, inmejorable. A veces se enojaba y hasta enojada su belleza me subyugaba.
- Era psíquica.
- Sí, tenía una sensibilidad exquisita.

Pausa y prosiguió señalando.

- Hasta el último día no dejó de sorprenderme. Pero el don –que poseía- no tenía nada que ver con nuestra relación.
- Podía predecir el futuro.
- ¿Futuro? Más que eso. Videncia. Ella me enseño a meditar a estar y no-estar.
- ¿Cómo es eso?
- No aferrarse a concepto sino a jugar. A jugar como juegan los niños.
- En serio.
- A jugar con lealtad. Ella era LEAL. Con los que la rodeamos y inherentemente con ella misma.
- ¿Qué le pasó?
- Se refiere a...
- Sí, ¿qué le sucedió?
- Algo le comenté. Tenía una tarea pendiente y deseaba reparar una jugada del destino. Camino al aeropuerto tuvo un accidente. Chocaron el vehiculo que conducía… sufrió severísimas lesiones. Estuvo varios días en agonía y luego… falleció. No pudimos hacer nada... aunque lo intenté todo. No pude salvarla.
- No diga eso... parece sentirse responsable.


- Era todo para mí. Nunca lo dije porque me avergüenza decirlos… por mis familiares, mis hijos… pero sinceramente era “ella”. Espero que me entienda.


Los ojos del islandés se llenaron de lágrimas, su rostro se veló, por un instante envejeció y pareció terriblemente vulnerable. Man sintió que debía sacarlo del pozo emocional que lo había empujado y curioseó:


- ¿Por qué no me muestra sus hormigas?
- ¿Qué hormigas?
–reaccionó secándose las lagrimas por brotar.
- Las hormigas de su criadero.
- No, nunca le dije que tuviese hormigas.
- Bueno entonces volvamos a Three Wishes y sígame contando lo de...
- Gracias Man.
- ¿Por qué?
- No se preocupe… ya estoy bien.
- OK.



A unos cuantos kilómetros de Islandia, Pawar buscaba por los pasillos del Instituto a Domenica.

- Bien... por fin la encuentro señorita. –dijo ayudándose con los brazos abiertos- ¿Cómo la estamos tratando?
- Muy bien, me han recibido con mucha amabilidad.
- Me alegra, esto debe ser una gran familia.
- Doctor, digo Shri… ¿cuando comienzo a trabajar?
- Mi querida debemos esperar la vuelta de Manglio.
- ¿Y cuando estará de regreso?
- Cuando el señor Iceoffson nos lo devuelva. Pero usted siga preparándose que apenas llegue comenzará la gran tarea. Ya que creo que esta vez Manglio será el admitido.


Domenica se quedó unos segundos dudando si debía indagar o seguir en silencio. Y se animó...

- ¿Admitido?
- Sí, no es el primero en ser convocado por Iceoffson.
- ¿Hubo otros?
- Sí creo que... unos seis.
- Es tan exigente.
- Por supuesto que lo es. Pero esta vez tenemos una gran ventaja.
- ¿Y cuál es la gran ventaja?
- Usted. En ninguna de las otras oportunidades contábamos con belleza como la suya.
- Gracias es muy amable.
- Y usted muy bella.
- Voy a terminar por creerlo.
- A propósito, tengo una ampliación de la propuesta que en su momento acordamos.

Domenica lo miró con atención y el indio examinó.

- ¿Tenemos unos minutos para charlar?
- Por supuesto Shri.
- Muy bien…muy bien. Pues busquemos un lugar.







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