El Salto.
Caminaron lentamente en silencio uno detrás del otro por un largo sendero rocoso, remontaron una empinada pendiente, siendo envueltos por el mágico aire islandés. El anfitrión que encabezaba la escalada se detuvo un instante obligando a su compañero a mirarlo; Encontrándolo más enorme que nunca, su insuflada mirada estaba llena de brillo y abriendo los brazos con placer soltó:
- Ahora sucederá algo que nunca olvidara. Adelante camine solo, yo lo alcanzo... Adelante. Vaya... vamos. – casi con voz de orden.
Él siguió ascendiendo -al pasar frente al islandés le sonrió siguiendo su pedido- aunque ahora mucho más atento por la curiosidad de ser sorprendido.
En el lugar no había árbol alguno, ni un travieso arroyo, ni danzantes trigales, ni cantos de pájaros, ni fragancia alguna, casi la antítesis misma del mítico Edén. Y esto mismo lo impulsaba segundo a segundo potenciando su deseo de ser conmovido por amenazaste soledad.
Cada paso que daba comenzaba a advertir que el cielo se ensanchaba, se extendía, se ampliaba con cada simple paso que daba. “Esto es magnifico!” se proclamó. Miró para atrás y la figura del enorme de había alejado y consecuentemente empequeñecido. Siguió y siguió ascendiendo unos minutos más, de pronto cesó – nuevamente se dio vuelta- buscando aquella figura que ahora estaba inmóvil y alerta. Comprendió que no debía esperarlo volvió su visión al frente y reanudó el tranco. Redobló su empeño por largos minutos.
La escalada parecía llegar a su fin, realizó los últimos esfuerzos y obligado, trepó ayudado por sus manos las cuales estaban enfundadas por gruesos guantes. Más luego del postrero empeño quedó solo al borde de la interminable ladera, frente a un inacabable abismo que le ofrecía todo el océano en magnificencia plena. Un nervudo instante lo llevó a reconocerse insignificante, absolutamente minúsculo, una nada en lo maravilloso. El frío viento pareció una tenue caricia mortal, tragó saliva y su columna vertebral fue cruzada por una vibración cautivante emergente de una atronadora voz.
- Océano... lejanía. Amplitud, azul, unicidad. – dictó la expansiva voz.
Le era familiar, pero no entendía dónde estaba, experimentando una atractiva amenidad. Se sentía a diez centímetros del piso, sus manos y sus pies parecían como adormecerse y a la vez inflarse.
No podía quitar sus ojos del océano –estaba plenamente embelesado- aquellas palabras lo impulsaron a flotar como una gaviota en la inmensidad, guiada por el ululante resonar de cada liberado concepto.
- Siente algo dentro de usted que le es familiar. ¿Lo advierte?
No podía dejar de colmarse del lugar.
-...estuvo siempre antes que la vasija,
-...no esperes encontrarle nombre: pues reencuéntrese.
Ya no sentía su cuerpo, no sentía su respiración, su mente parecía expandida y sus latidos cardiacos extinguidos. Se sentía liviano, dilatado, amplio, seguro, tranquilo, presente y más que eso. Omnipresente.
Se produjo un silencio sólido y palpable produciéndole un deseoso estado de ansiedad por volver a escuchar aquella voz.
- Recuerda: “grano de arena”
eras, eras, recuerda, “planta”, “existencia”. Eras y eras.
Recuérdate “hombre”. Eón de eones recuérdate.
Reconoció que la voz no era del vikingo aunque no le inquietó ya que resultaba familiar. Cada vez más afín.
- ¿Qué diría si alguien dice? : ¡Salta! ¿Qué se diría? ¿Qué... le diría?
- ¿Qué diría si advierte? : El salto va ha ser arduo. Muchas veces podrás regresar, muchas veces llegaras al borde del abismo mismo. Y voltearás, escaparás, porque veras un precipicio. Pero si siendo presto... sucederá, se cumplirá, “ello” sobrevendrá.
Se sentía profundamente envuelto en las ráfagas del helado viento oceánico. Y la tierra del viento le reveló:
-“He aquí el portal al “Sanctum Regnum”1.
...he aquí el vestíbulo al “Regnum Dei”2.
...sólo para reyes, sólo para ungidos. ¿Eres tú Rey? ¿Acaso eres tú, el Ungido? ¿Tú eres aquel grano de arena?
Dinos!
¿Qué has hecho con lo que te hemos consagrado?
En su mente aparecieron cuatro conceptos que hacían uno, cubriendo la esfera misma de su radial interno:
Pudo auscultarse desde adentro mismo.
- “Alístate, alístate para saltar, es la única manera de renacer”.
Miró hacia abajo, las aguas furiosas golpeaban las rocas, la blanca espuma parecía ser absorbida por el azul del mar. Podía observar –simultáneamente- hacia ambos lados, la costa se extinguía en eternidad y detrás al mismísimo borde del acantilado estaba su cuerpo. Inmovilizado con los ojos cerrados, a su frente la luz del sol en creciente intensidad y sobre su sutilidad la bóveda celeste parecía danzar. Omnisciente.
Terriblemente como foco apuntó el pecho de su lejano cuerpo y en ese lugar se volvió a incrustar brutalmente.
Se estremeció, recordó su cuerpo, recordó su respirar, sus sentidos parecieron activarse nuevamente al recuperar la sutilidad.
Sintió una interminable asnea, el golpe en el pecho lo había lanzado varios metros atrás. Estremecido sus ojos estaban más que abiertos y giraban desorbitados al no entender lo ocurrido. De pronto se encontró sentado en el suelo, su pecho parecía ardiendo y eso le hizo recordar su humanidad, retomó su respirar diminuyendo su agitar, sus sentidos parecieron volver a someterlo.
Sus manos –ya sin guantes- estaban apoyadas en la helada piedra volcánica, sosteniendo el tronco de su golpeada espalda. El sol le daba directo a sus ojos y su intensidad abruptamente había disminuido. Un silbido agudo cruzó su cabeza, de oído a oído.
No podía levantarse sentía una mezcla de dolor placentero, curioso asombro, miedo y hasta abandono.
Miró nuevamente para atrás –buscando- pero no estaba. Volvió su mirada hacia delante y lo encontró tapando la –ahora- natural luz solar.
Con sonrisa comprensiva le tendió la mano izquierda sin decir palabra alguna.
Se sentía volver de un knockout intentó levantarse –era imposible- debió aceptar la mano ya que sus piernas parecían recientemente implantadas.
Así logró ponerse de pie con deseos de volver su rostro al sol. Avanzó dos pasos titubeantes -luego de soltar la mano del islandés- buscando aquella luz. Pero ya no estaba la que iluminaba no era la misma.
-Aún no es tiempo. Volverás, volverán. -intuyó o creyó percibir.
El descenso.
Caminaron un detrás del otro en silencio, lentamente pero sin pausa alguna. Pensaba en lo sucedido una y otra vez. Se sentía terriblemente cansado, pero preso de un cansancio diferente, el que cual nunca había experimentado en toda su vida.
El viquingo llevaba un paso seguro y cansino, comprendía como debía sentirse su invitado, también sabia que debía mantenerse en absoluto silencio por lo menos hasta finalizar el descenso. No pensaba en nada, simplemente esperaba llegar antes de que atardeciera, ya que el clima podía ser impiadoso.
El invitado seguía como un autómata las pisadas de su guía, veía las puntas redondeadas de sus oscuras botas pisar las mismas invisibles huellas del adelantado. Estas parecían aunarse al piso para luego ser tímidamente liberalizadas, sus manos de aferraban de las cintas de su pequeña mochila, sus anteojos se aplastaban en su rostro por el creciente viento que parecía querer robarle sus mismísima piel.
El enorme se detuvo volviéndose hacia él. Con su gran mano derecha le tomo la mandíbula y con la izquierda le quito los anteojos. Clavo sus celestes ojos sondeándole hasta el alma. Volvió a colocarle los anteojos le soltó la cara y le dio una palmada en el hombro. No si antes acomodarle la gorra tejida que parecía abandonarle. Él no tenía fuerzas ni para agradecer sólo atinó a reacomodó su piel a su cara, su mochila a sus hombros, su pensar a su mirada.
Y siguió descendiendo recordando algo que había vivido y algo experimentado sueño sin ensueño...
1 Santo Reino.
2 Reino de Dios.
Las imagenes son gentileza de los siguiente artistas: la primera por Adrivdm, la segunda por Paul York 2004 y la última por Subindie. Todas publicadas en www.flickr.com . Muchas gracias por permitirme utilizarlas. Tema musical "Oceans Shores" por Relaxation & Meditation también mi agradecimiento.
Venus en Estambul.
propiedad estaba ubicada en la región montañosa del país.
- Señores.... estoy de vuelta. Shri le traigo el informe que le comenté. - anunció Tomas.
- Yo me voy a caminar un rato –dijo Man- los números no son mi tema. - bebió el último sorbo de la infusión de té rojo y salió al parque.
- Bueno, a ver que noticias me traes. – dijo Pawar.
El indio estaba recostado en un amplio y blanco sillón mas debió tomar una posición más derecha para poder atender a su lugarteniente. La tarde era tibia, soleada, matizada con una suave brisa cálida, el verde era profundo y los narcisos estaban en flor.
Man caminó algunos pasos quedando frente al espejo de agua del pequeño lago artificial -que junto a una selecta fauna- era el orgullo de su dueño y señor. Llenó sus ojos con el apacible paisaje y mágicamente formó parte del cuadro central que fue nutrido por un hermoso cisne blanco que se deslizaba dulcemente por las transparentes aguas.
En ese preciso instante lo abordó el recuerdo del cuadro de “El nacimiento de Venus” de Sandro Botticelli y en ella fijo su mente; Descubriendo el asombroso parecido entre Venus y Domenica. En la posición de su cabeza, en sus cabellos al viento y en especial su mirada, esa pensativa mirada.
Me gusta recordarte, me hace tanto bien y también me hace tanto mal. Impotencia, es este gusto que mastico hace tanto años... que tanto me duelen contarlos. No puedo recordar el color de real de tus ojos -y es sal para mi herida- pero si puedo soñar tu esperanza, que aún vive en mí ser. Tengo fijada tu imagen en el umbral de tu casa, descalza con unas medias azules de colegio, hablándome a escondidas al pasar. Ah... si sólo pudiera decírtelo, si sólo desearas escucharme, si tan solo supieras... si tan sólo lo supieras comprenderme. Presiénteme y encuéntrame en tu corazón.
Deseó estar frente al cuadro del italiano en el Renacimiento, gozando con cada pincelada e influyendo en su creación con la mismísima Dominica como modelo. Con el mismo espíritu de realzar la belleza y la armonía, con la más intensa impresión de un ser infinitamente tierno y delicado, conducido por y con el don del cielo.
Soy un testarudo estúpido... que aún y a pesar de todo y todos... aún cree... en el amor. Dicen que esa moneda ya no tiene más valor, dicen que los románticos no tienen lugar en el mundo de hoy.
Tal vez, tal vez tengan razón... pero, te extraño tanto. Tanto mi amor...
Miró al cielo como rogando que el destino nuevamente no le juega otra mala pasada y postergue su eterno deseo. Su mirada volvió sobre le cisne blanco y recordó una melodía que en su mente comenzó a resonar ¨ The Bonny Swans ¨ de la talentosa Loreena McKennitt. Con místico ritmo y étnica instrumental lo cubrió el recuerdo de la fábula que a ella inspiró; la cual hablaba de una niña ahogada por su celoso hermano que vuelve en forma de cisne para luego transformase en arpa. Se quedó imaginando las escenas de la fábula, dando forma a los rostros de los personajes, pero nuevamente un flash lo transformó todo. Quedando por un instante atrapado en una poderosa ensoñación:
“Si tan sólo me escuchara, si tan sólo pudiese decirle... que nos fuésemos de viaje a... ¿Ah? ...Estambul?
Eso Estambul. Elegiríamos el camino más largo, un par de básicos, algunos billetes y nada más... para que más! Tenemos la edad justa, la cultura necesaria, los deseos intactos y los sueños en anhelos. ¿Para qué más? Está todo... estamos listos, ...estas tan linda, ...tan linda como siempre. Pensarte expande mi pecho... amor!
Estaba inmóvil, solo sus ojos seguían el deslizar del cisne por las transparente aguas del lago, mientras proyectaba su utopía.
Eso... sí ya estamos... esto es Estambul, puedo sentir el aroma de las castañas que asan en cada esquina, mi ropa ahora son atuendos y mis papilas reconocen los mil y un sabores del Gran Bazaar. Pero... ¿dónde estas...? ¡Ven a mí! Ven amor ven...
También llevas un hermoso atuendo y tus cabellos brillan adornos con signos de una diosa... ¿pero dónde estas? ¡Domenica mi amor! Ahí estas! -me digo- y mi corazón salta de adoración... y te busco y te pierdo en la turba. Mezclado entre la gente por las angostas calles, por un instante puedo ver resaltar sus ojos esperanza, ante tantos ojos negros que perforan. ¿Dónde te escondes amor...? Qué efímero es la vida sin vos. Tan solo mírame y sonríe... dame una señal. Una señal... a mi corazón.
No seria el oráculo de Delfos, ni Bizas pero si pudiésemos fundar ¨ nuestro tiempo ¨ frente “al país de los Ciegos”, cómo respondió el oráculo al pedido de éste. Te siento con tus cabellos flotando en el viento. He de buscarte por cada rincón de Estambul... eres mía, sólo mía. Tú lo sabes... siempre lo supiste... mi amor.
Es que estoy recorriendo las riveras, navegando en una antigua embarcación que robé por ti mujer. Y busco por el Bósforo de Eminönü a Sariyer rozando el mar Negro, por los palacios de mármol y por las fortalezas; es que ni en los ¨ yali ¨ (casas de maderas frente al estrecho) estas. Me han dicho... que son muy crueles las cárceles por aquí, poco me importa, peor castigo es no tenerte en mis brazos. Que solo me siento sin ti... mi sueño eterno.
Ni en los palacios de Beylerbeyi, Yeldiz o Ciragan está a quién busco. Claro, es a ti a quién busco. Déjame encontrarte... déjame descubrirte... déjame correr tu velo.
Giro sobre mis talones y vuelvo a las calles, clavado en un pasillo desierto y corro detrás de los sonidos.
Posiblemente... podrías ser una bailarina que hipnotiza con su sensual danza del vientre, a todos los hombres deseosos de poseerte, pero tú eres tan sólo mía. Y aún si lo lograran solo cáscara obtendrán... tu corazón es mío... siempre lo será... perpetuo es el sello que nos une a los dos.
Y con paso apurado te vi cruzarme, en el Bazaar Egipcios, hacia la calle; Y me zambullo a buscarte en la marea humana mayormente compuesta de hombres de pelo, ojos y atuendos negros. Entre bares, back gamón, narguiles y bebidas he visto miles de odaliscas... pero eran tan sólo hembras, tan sólo mujeres, no eran mi amor.
Ahora seguramente te llegas por el Gran Bazaar, pero ni el laberíntico mercado oriental de la época de Mehmet II podrá alejarte de mí. Y entre alfombras, sedas, cerámicas, tejidos, cobre y bronce estas; Estarías entre las joyas de oro, pero te escaparías de mi vista nuevamente. Puedo juzgar aún tu roce que ha quedado reflejado en el brillante oro. Porque brillante es pálido ante ti amor.
Entonces sería por tu latir y en el corazón de antigua ciudad tus pasos seguiré, más en la iglesia Santa Sofía ante la Mezquita Azul, mi respiración es agitada y temo no lograrlo. ¡Yambo! ahí estas... te descubrí, estiro mi brazo alargo mi mano y alcanzaría a tocar tus cabellos, pero sólo me quedaría con un chispazo de tu mirada que dice con desafiante miel: “Alcánzame y me tendrás”. Te esfumas y mi garganta está seca, mis rodillas cruzadas y mi mente desconcertada.
Entre pasos cortos y trancos rápidos deduzco que en el palacio Topkapi es donde me esperas. Giro mi cabeza y frente a mí lo veo, corro guardando aire y frenesí. Ah... amor esquivo!
Indago a las joyas del tesoro imperial, y no estas, ni entre las armaduras, yelmos, ni tronos de esmeraldas y perlas, tampoco entre las reliquias de Mahoma, ni el sarcófago de Alejandro. No...
No estas, quizás en el harén donde permanecían las esposas y concubinas del sultán, pero tan desolado está –para mí- como si miles de ellas estuviesen. Es que solo mi vida es encontrarte a ti... y poseerte... soy tu sultán y tu mi harén. Y cuando jadeante y aturdido me pare -entre gigante columnas de colosal domo-
mordiendo mis dientes, sentiré por mi espalda, por mi hombro izquierdo una suave voz de un perfumado aliento. Y me dirás “... vamos no temas, me alcanzaras!” me daré vuelta y nuestros cuerpos se enfrentaran...
- Domenica mi amor!
Te tomaré del rostro con mis manos – y con un terrible temor a que desaparezcas- me introduciré en tus ojos eternamente... ya no te dejare escapar, no te escaparas a mis famélicos labios. Acercándote te diré gracias, gracias amor...
Y cerrando los ojos te...
- Oye Man!... óyeme... despierta, veo que no te faltan ningún atributo más para estatua. ¡Vamos ven! -vociferó Shri, acompañado de la carcajada obsecuente de Tomas Noveno.
El cisne se ahuyentó ante la mirada impotente de Man, su belleza había huido dejándolo sin realidad, ni ensueño. Sintió un escalofrío de soledad que sólo un sol podría colmar. Tragó saliva y frunciendo el ceño se preguntó. - ¡Cuernos y diablos! ¿Qué santos quieren?
Tomó un guijarro del suelo y lo lanzó al lago, miró donde caía y cuando lo vio impactar se le agudizó la mirada y su abstracción. Capturado por unos instantes por ese simple hecho, disfrutó casi sin respirar de esos anillos perfectos de formas consecutivas, que les transmitían algo especial. Como un murmullo sordo, como una huella abierta, que no podía comprender pero que le hacia sentir algo abismal.
Conmovido grabó la situación, dudó y se dio vueltas buscando responder al molesto llamado.
Resignado miró hacia las voces viendo como lo observaban y se obligó a volver a la charla. Recordó: “y es el viaje y no el destino... una fuente de prodigio”. Resopló y buscó aletargar sus pensamientos para atender al bribón.
Las imagenes son gentileza de los siguientes artistas: 3ra. imagen, "Mercado de las especias", 4ta. "Bosforo" por Pics of Pancho; 6ta. y 7ma. "Gran Bazaar" por Clixyou; 8va. "Sofía" por Rscandel; 9na. "Topkapi" por Antonioperezrio.es; 10ma. Topkapi - harén por Exnovo; "El Domo" por Antonioperezrio.es. Todas publicadas en www.flickr.com . Muchas gracias por permitirme utilizarlas.
El tema musical es "The Bonny Swans" de Loreena McKennitt de su albúm "The Mask And Mirror". Mi admiración y agradecimiento.
II. Venus en Estambul.
III. El Niño.
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I. Camino a Three Wishes.
II. Celular al Cielo.
III. El Despegue.
IV. La Invitación.
V. "Ellas".
VI. Leal.
VII. Los Hormigueros del Islándes.
---------------------------------------------------------------------------- I. Domenica ¿Domenica?
II. La Pequeña Sif.
III. Meditación.
IV. Pléyades.
---------------------------------------------------------------------------- I. El Señor del Tunel ha llegado.
II. Percepción - Serie + Pleno.
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I. ¿Hacer el Amor? II. La Espiga de Sif. III. Domenica en Three Wishes. IV. Preparativos.
El Niño.
“El lugar es pequeño atiborrado de escritorios y sillas de madera de oscuro barniz. No parece haber paredes pues una atmósfera gris circunda el lugar.
Estoy sentado en una de las tantas sillas, al costado uno de los escritorios, a unos metros –en diagonal hacia la izquierda- una persona está sobre uno de ellos, proclamando un alegato. Soy el único presente... soy su único público.
Él es muy joven... mucho más joven que yo, viste Jean y camisa a cuadros, de cabello ensortijado aunque recortado en la nuca. Veo sus pies blancos ya que está descalzo.
Su lenguaje es culto, aunque se lo nota turbado por cargados pensamientos. Pero dispuesto ha dilucidar, a explicar y hacerme comprender para que recapacite. El sitio está colmado de máquinas y aparatos electrónicos. Veo a mi lado un mudo teclado -ya que carece de símbolos- detrás una pantalla en la cual puedo observar algo escrito que consigo deducir pero no recordar. El joven me sigue hablando de un niño prodigio, sus grandes verdades y la avidez del mismo en transmitírmelas; Aunque consideraba que no llegaría fielmente a comprenderlas y lo turba esta situación profundamente.
De pronto el joven enmudeció. Miró a mis pies, ahora yo también estoy descalzo.
Un niño aparece delante de mí, de enrulados cabellos, pantalón corto, medias oscuras y zapatos negros. Su vestimenta es similar al clásico uniforme de colegio.
Su rostro trasmite paz, su figura inocencia y pureza.
Me observa, me habla con su mirada, pero tampoco lo puedo comprender. Descubro que su verdad se pierden al final de cada frase, se distorsiona derritiéndose, marchitándose y muriendo.
Detecto que es la bulla la que evita que lo entienda. Ella es la que mata su mensaje. La misma que me aturde por siempre y que me sometió educando. Revelo su origen ya que detecto una radio encendida a todo volumen y la apago con una decidida mirada. Es semejante a una que había poseído y descubro muchas otras que también ahogo, reconociéndolas similares a la alguna vez tenido. Y vuelvo a encontrar otras tan o más chillonas, de otros formatos, todas análogas a aquella.
Intuyo que debo cegarlas absolutamente a todas y así poder comprender al niño; Lo logro, pues consigo acallarlas a todas.
El joven se mantiene estático observándome, mas el niño –ahora elevado unos centímetros del piso- me sonríe satisfecho y el sueño se va lentamente desvaneciendo. Aunque antes conmovido descubro que la imagen del niño surge del espejo que siempre estuvo de cara a mí.”
Imagen y Artwork por guzsergi+arteD.
Camino a Three Wishes.
“Sueño sin ensueño”, Man volvió a repetirse clavando su mirada al suelo. Se dio cuenta que cuando flotaba sobre el océano una espiral cristalina lo cruzaba. Una espiral cristalina. “Estuve flotando sobre el océano surcado por una espiral cristalina”.
Levanto la vista y se topó con la ventanilla de la Land Rover. Detrás, sentado Nemesio lo miraba esperándolo. Comprendió que debía entrar al habitáculo, tomó aire e ingresó. Diciéndose… “y para colmo, no estoy loco”.
Se sentó colocándose el cinturón de seguridad esbozó una tenue sonrisa circunstancial y comenzó a escuchar al islandés que con voz suave y relajada comenzaba a contarle…
- Tuve oportunidad hace mucho tiempo de conocer a un “gurú”. En verdad era muy particular, realmente una persona muy interesante. Yo era muy joven y él tenía sus años.
Iceoffson se tomó un instante como gozando de la anécdota que había comenzado a relatar. Mientras puso en marcha la camioneta tomando el camino a su residencia.
- Recuerdo que le comenté que había leído que “Gautama el Buda” al ser consultado por sus seguidores a la pregunta, “Si Dios existía”, él le contestaba con otra pregunta. ¿Y tú qué crees? Si el consultante respondía: Sí creo. No existe, finalizaba Buda. Pero si el consultante le negaba la existencia, él la afirmaba. Cuando finalicé de relatarle al “gurú” sonrió diciéndome:
- Creo Nemesio que tú tienes la misma duda.
- Sólo atiné a sonreírle y me dijo:
- Mira… tengo dos noticias para ti, una buena y otra mala… Al que dieron por resucitado y ascendido, nunca resucitó ni ascendió.
- Entonces le pregunté si esa era la buena o la mala noticia. Y él me respondió:
- Tú eliges.
Celular al Cielo.
Escuchando la FM iba al volante de su auto, camino a una de las tantas reuniones de trabajo, la vía elegida era rápida y extrañamente ese día el transito era escaso. De pronto escuchó sonar tres timbres de un celular. Al segundo de ellos –mecánicamente- tomó el suyo a sabiendas que el tono oído no le era familiar. Constató rápidamente que no lo era y pensó que debió ser un sonido de la FM. Luego de unos cientos de metros el sonido volvió a envolver la cabina del auto. Entonces pudo advertir que el mismo surgía de los asientos traseros. Giró su cabeza –sin soltar el acelerador- buscando encontrar el factor que lo producía aunque está vez sólo sonó una vez.
Unos minutos después estacionó en el tercer nivel de la inmensa y solitaria cochera inmediata al lugar de la cita.
Bajó y abrió la puerta trasera de su lado, en busca de su notebook, advirtiendo que junto a ella estaba el origen del sonido: un celular.
Lo tomó -pensando que alguien debió olvidarlo- e instantáneamente empezó nuevamente a sonar. Antes de terminar de asustarse abrió la tapa y atendió la llamada escuchando:
- Señor Manglio tenemos el agrado de comunicarle que ha obtenido el primer premio. Lo felicitamos recordándole que la llamada al Cielo la podrá realizar usando la agenda del celular. En ella podrá encontrar la forma de ponerse en contacto. Muchas gracias, esperamos que disfrute de la misma. Que tenga un buen día. Congratulaciones!
Es una broma –se dijo- mirando la pantalla del aparato que dejaba de anunciar “(Sin número)”. Su pulgar oprimió la tecla que se situaba debajo de la palabra “Agenda”, apareciendo una lista con los nombres de las personas queridas fallecidas. “Es una broma –se dijo nuevamente entre dientes- y de muy mal gusto”.
Su pulgar marcó el primero de la lista y el celular comenzó a realizar la llamada. A los pocos segundos una voz surgió del mismo. Y con desconfianza llevó el mismo nuevamente a su oído.
- Hola… ¿me escuchas?-escuchó decir.
- ¿Eres tú? -respondió sorprendido y absorto.
- Sí claro que soy yo.
- Es una broma… y no me gustan…
- No… no lo es.
- Entonces eres tú.
- Sí que lo soy.
Se quedaron unos segundos en silencio para asimilar semejante circunstancia.
- No sé que decir… tengo tanto que contarte… que preguntarte… que no sé…
- Tranquilo todo está bien.
- ¿Cómo… te encuentras?
- Estoy Pleno.
- ¿Pleno?
- Absolutamente. Ellos también lo están.
- Te refieres a…
- Sí, en los que estás pensando. Todos ellos están también… Plenos.
- Entonces la mue…
- ¿Muerte? No es como piensan y así que entenderás… no lo estamos. Ni tu tampoco lo estarás.
- Así que…
- Cielo, infierno, purgatorio que más estás diciéndote?
- Que eres tú -no tengo dudas- ya que siempre me interrumpes…
- Jajajaa.
- Te ríes –le dijo Manglio con evocación- …no recordaba el tono de tu risa.
- Ahora, la recordaras siempre.
- Ni tu voz.
- ¿Cómo te suena?
- Libre.
- Lo estoy.
- Te alcanzaré.
- Sí, seguramente.
- Y todo será igual.
- Quizás.
- ¿Por qué?
- Bueno, porqué no estoy seguro que lo será.
- Entonces será mejor.
- No es importante, ustedes lo ven blanco o negro. Desde aquí todo es simple extraordinariamente simple.
- ¿Dime cómo es?
- Hay más de una luna y más de un sol, el agua brota transparente, el suelo es oro rubí. Y estás siempre donde debes estar.
- ¿Tú pediste esta llamada?
- No… tú te la ganaste.
- ¿Yo?
- Sí tú. Merecidamente.
Una voz interrumpe el dialogo anunciando que le quedan veinte segundos de comunicación.
- Nos tenemos que despedir.
- Así es…
- Recuerda: percibir, esfera, espiral, corazón.
- Te extraño.
- Lo percibo.
- Te amo.
- Yo todo el tiempo querido hijo.
- Hasta pronto papá.
- No te apures siempre estoy.
El celular se apagó, Manglio comenzó a llorar y a saltar batiendo sus brazos como un niño. De pronto se quedó estático. El aparato había desaparecido.
Sus lágrimas no terminaban de acariciar su rostro. Una mezcla de euforia y melancolía lo rodeaba. Algo mágico había ocurrido… algo mágico lo tocó.
Quedó en silencio junto al auto en la desierta cochera. Lleno de amor. De ese amor que siempre está.
Artwork por guzsergi+arteD.
El Despegue - antes de El Salto.
Man se dirigió por uno de los largos pasillos del “Instituto Pawar de Estudio e Investigación” (IPEI) con destino el despacho de Shri Mahavir Pawar. Unas horas antes, Alba –secretaria de éste- lo había llamado para recordarle la reunión.
En la puerta de recepción al despacho estaba ella con una sonrisa plástica recibiéndolo.
- Buenas tardes señor Manglio.
- Hola Alba. ¿Cómo te encuentras?
- ¿Cómo está usted?
- Bien… ¿llego a tiempo?
- Sí… pase directamente, el doctor lo está esperando.
- Muchas gracias Alba.
Llegó a la ancha puerta de madera, golpeó suavemente en unas de sus dos brillantes hojas recibiendo como contestación…
- Adelante. –era la inconfundible voz de Pawar.
Abrió la misma encontrándose con Shri -de pie a un costado de su enorme escritorio- hablándole a una persona que sentada en unos de los dos sillones que enfrentaban el mismo en silencio lo escuchaba. Era bajo, gordo y calvo, su regordeta cara estaba adornada por una barba candado muy bien cuidada y bigote en puntas. Siempre con turbante -hoy color mostaza- un costosísimo traje gris oscuro, camisa blanca y corbata con dibujos acorde a su nacionalidad. Tan acorde como el color de su piel, Shri Mahavir Pawar había estudiado leyes en su país, según él un doctor en leyes dedicado a los negocios. Usaba un costosísimo reloj de oro y anillos que variaba conforme a su estado de ánimo. Ya que sus alterados ánimos los situaban o como un refinado homosexual o como un detestable capo mafioso. Siempre exigiendo celeridad.
- ¡Manglio! Llegaste justo a tiempo. – Shri.
- Buenas tardes. -Man.
- Había empezado sin ti… pero ahora -dudando- tengo el gusto de presentarte a…
El sillón giro lentamente –hacia el recién llegado- descubriendo a la persona que lo ocupaba, Man quedó congelado, patitieso no atinó a decir nada.
- …la señorita Feu, es nuestra nueva colaboradora. –dijo Pawar.
- Encantado. – consiguió decir Man.
- Hola Man, ¿cómo estás?
- ¿Se conocen? –preguntó en anfitrión.
Se produjo un silencio que luego de incorporarse del sillón y estirar su mano se rompió con un…
- Sí. –dijo ella.
- Hola… Domenica. – estrechando levemente su mano.
- Pues, ¿de dónde se conocen?
Ambos dudaron que contestar, Shri advirtió tal situación pero dejó que ellos la resolviesen. Invitándolos con educado ademán a que se sentasen frente a él.
- Fuimos… - dijo Man.
- …compañeros de escuela. –completó ella.
- Ah… “compañeritos” que maravillosa casualidad… el mundo es un pañuelo. ¿No?
Sin quitarle la vista Man agregó.
- Sin ninguna duda.
Ambos se sentaron uno al lado del otro.
- Bueno mi querida señorita Feu… Manglio es un colaborador muy importante en nuestro instituto y a pesar de estar con nosotros hace unos...
- Tres meses.
- …Eso, tan sólo tres meses. Y se ha transformado en un hombre fundamental en nuestra misión. Como le había adelantado en nuestras anteriores charlas…
Man seguía pensando que hacia ella en ése lugar y se preguntaba por qué Pawar no le había comentado la incorporación.
- …en nuestra ardua tarea de investigación –seguía Pawar- de “El origen de las cosas” éste señor, nos ha ayudado enormemente en avanzar con eficiencia en cuestiones que no podíamos resolver. Hasta ahora lo realizado ha estado circunscrito a una tarea de estudio y reflexión –…de escritorio- ahora ingresamos en un ciclo de investigación de campo. Es por ello que por sus conocimientos y preparación… la he contratado para que guíe a nuestra gente a desenvolverse con rapidez y seguridad en los lugares que deberán visitar o mejor dicho “encontrar”. Ya que todos aquí somos “ratas de bibliotecas” y necesitamos de alguien -como ustedes- que sepa como desenvolverse en sitios tan complejos, que inevitablemente deberemos de abordar. Así pues, pensé que ambos podrían ser los primeros eslabones de un buen equipo para lograr conquistar un nuevo escalón en nuestro magnifico cometido. ¿Entendido?
- Por supuesto doctor, lo hemos comprendido perfectamente.
- ¿Qué me dices Manglio? –preguntó Shri.
Ambos lo miraron esperando su respuesta.
- Tú mandas.
- Bueno entonces no hay más que decir. La señorita Feu estará con nosotros –en principio- unos noventa días, así que no perdamos tiempo y necesito de ti Manglio para que le muestres todo el IPEI con ritmo, con ritmo…
- Ok.
Se pusieron de pie. Shri los despidió instándoles nuevamente a que comenzarán en ése mismo instante, se marcharon por el pasillo que había llegado, no si antes recibir –nuevamente- la sonrisa plástica de Alba.
- ¿Qué haces aquí? –fue lo primero que dijo Man.
Domenica siguió caminando como si fuese ella la que guiaba el camino.
- Trabajo.
- Pero ¿quién...
Ella clavó los tacos en el claro piso de madera y mirando esquivamente le interrumpió.
- Epa… epa señorcito… yo no soy tu esposa, ni tu hermana, ni tu empleada. Si no te conté es que no medio la gana. ¿Está claro? –el tono de voz se elevaba con cada silaba y palabra- Y si estoy aquí es porqué firmé un contrato en el cual voy a ganar en tres meses lo que no ganaría en seis años. Me adelantaron la mitad y quiero llevarme la otra parte cueste lo cueste y caiga quién caiga. Así que déjame de...
El celular de Man comenzó a sonar interrumpiéndolos.
- ¿Sí? ¿Quién habla?
Se escuchaba una voz de mujer, Alba.
- Ok, ahora voy.
Cerró el celular ella lo miraba esperando escuchar que le diría.
- Es Shri, quiere hablar conmigo. –le comentó.
- Bueno. –con su clásica sonrisita.
- Le diré a Alba que te indique dónde está mi oficina.
- Ya sé… adonde se encuentra.
- Entonces espérame ahí.
- Sino hay más remedio.
Man retomó el pasillo se cruzó nuevamente con la sonrisa plástica y directamente ingreso al despacho de Shri.
- Esa mujer me gusta... es... – dijo.
- Shri ¿me llamaste para decirme eso?
- No… tienes que viajar. –apuntándole con el dedo índice de su mano derecha.
- Viajar, viajar? Si me acabas de decir que…
- Eso no importa, lo cardinal es para que debes hacerlo.
- Entonces qué es lo “cardinal”.
- Debes encontrarte con Iceoffson.
- Iceoffson. Nemesio Iceoffson.
- Sí el mismísimo, acaba de llamarme su asistente y acordamos que te enviaría para que lo pongas al tanto de las actividades del Instituto. Ya que está interesado en nuestros estudios y sobretodo, interesado en colaborar. Ergo, DINERO. Sí mucho dinero. ¿Entiendes?
- ¿Cuándo debo verlo?
- Mañana.
- ¿Adónde?
- No lo sé… sólo me dijo que pasarán a buscarte por tu departamento.
- ¿Y qué voy en pijamas?
- Sería mejor traje y sobretodo. Ah… dime la verdad, de dónde conoces a esta chica; ¿Eh? –con amanerado y curioso tono.
- No… no tiene importancia.
Shri lo miró sonriente dándole seña que no le creía.
- Bueno, buen viaje.
- Eh… y qué le digo a Iceoffson.
- Ah, a “don refrigerador”? No te preocupes alguna idea se te ocurrirá –mientras se arreglaba su turbante frente a uno de los tantos espejos que tenía su decorado despacho- eso sí… exagera. Exagera!
Man no entendía nada, de pronto aparece Domenica –se había pasado la vida buscándola- y a los pocos segundos tiene que viajar –sin saber adónde- a encontrarse con el excéntrico multimillonario Nemesio Iceoffson. Y… ¿por qué? ¿Para qué? Sé interrogaba y les decía a sus meollos…
Esto es raro, Shri es lo suficientemente desconfiado para no dejar en manos de nadie nada y menos aún cuando hay dinero de por medio. Y me dice “No te preocupes alguna idea se te ocurrirá”. ¿Por qué debo ser yo el enviado?
Esto le resultaba más que anormal ya que como Domenica, él también había sido contratado por una pecuniaria oferta imposible de rechazar.
Suena nuevamente el celular, está vez cuando volvía a su despacho, el número era desconocido.
- Sí ¿quién habla?
- Señor Manglio?
- Sí.
- Me presento Señor, mi nombre es Lao, colaborador del señor Nemesio Iceoffson.
- Ah… sí. Encantado.
- Señor Manglio me han informado que está al tanto de su…
- Sí… del viaje.
- Sí señor, desearíamos saber por, ¿dónde y a qué hora desea que lo pesemos a buscar?
- No sé… ustedes dirán.
- Bien señor estaría de acuerdo en treinta minutos.
- ¿Cómo?
- ¿Le parece demasiado tiempo al señor?
- No… todo lo contrario. Pero… espere un segundo.
Pensó cómo rechazarlo o directamente seguirle el juego. Seguirle el juego.
- ¿Señor? -Man.
- Lao.
- Eso…bueno, señor Lao.
- En una hora... y media en la puerta del edificio Fénix. Está situado...
- Muy bien señor, hasta luego.
- Ah... – se quedó sin poder preguntar a adónde iría.
Pensó que no haría a tiempo así que no tuvo más remedio que acelerar el paso. Llegó a su privado y lo encontró vació Domenica ya no estaba. Tomó su portafolio, su notebook, una pequeña palm, cerró unos cajones y saludó al aire con un luego te llamo. Corrió a la cochera subió a su auto y voló a su departamento.
Una hora y treinta después caminó rápidamente hacia el cordón de la vereda del edificio Fenix. Advirtió que un Hammer H2 de color negro lo estaba esperando, al verlo bajo de la misma un sujeto alto delgado de cabello corto vestido con traje brilloso de absoluto color negro. Era indudablemente de origen chino.
- Señor Manglio.
- ¿Usted es el señor Lao?
- Sí señor, soy Lao, por favor. –le abrió la puerta trasera invitándolo a ingresar.
Al rato estaba sentado en la butaca del jet privado -en medio de la pista pronto a despegar- propiedad de Iceoffson, camino a…
- Lao, me gustaría saber, de ser posible, -con tono casi divertido- hacia adónde me llevas.
- Three Wishes.
- Ah…sí, Three Wi…
- “Three Wishes” la residencia del Señor.
- Y… ¿adónde está ubicada la…
- Iceland. –respondió Lao mientras acomodaba algunas cosas de la cabina.
¿Islandia? Se dijo mentalmente.
- Iceland!
- Sí Señor, Iceland.
- Y mis papeles, dinero, cosas… eh… ¿pasaporte? Ropa. Vamos a Islandia! Iceland.
- No debe hacerse problema alguno el Señor Manglio, todo está bien. No debe preocuparse el Señor.
- ¿Quiere beber algo el señor?
- Humm… no lo sé, desearía beber un Té Rojo.
- Enseguida Señor.
- Pensé que no tendrían.
- Señor. Sabíamos de su preferencia por el té de los emperadores.
Quedó sorprendido y agregó una pregunta más a su larga lista de interrogantes, afirmándose que hoy debió quedarse en la cama mascullando la culpa del mal haragán.
Unos minutos después estaba mirando las tímidas luces de la ciudad alejarse, desde la ventanilla pegada a su asiento, el despegue fue perfecto y más que volar el avión parecía flotar. De pronto se volvió al frente viendo delante de sus ojos una tasa humeante.
- El Té de los Emperadores. – señaló una gruesa voz.
Siguió mirando hallando una gran mano y el gran brazo que la sustentaba encontrándose con un enorme hombre de cabello blanco, ojos azules, nariz pequeña, robusto, vestido también de fino negro.
Tomó la tasa y a la vez intentó levantarse del asiento. Pero la mano de aquel se le apoyó en su hombro.
- No se moleste, quédese sentado Manglio.
- No es molestia alguna.
- Espero que lo encuentre a la temperatura adecuada y endulzado con la justeza que ésta infusión milenaria requiere. Aunque en su caso sea con edulcorante. –agregando- Lo preparé yo mismo, siempre se la preparaba a Ángela.
Man volvió los ojos a la tasa, acercándola y acercándose llegándole a dar un tímido sorbo.
- Perfecto. Usted debe ser...
- Soy Nemesio.
- ¿Iceoffson? perdón el Señor Nemesio Iceoffson.
- Bond, James Bond. - sonrió el anfitrión.
- Beba “el rojo”, ahora Lao me alcanzará el mío. También soy adicto al “brebaje” chino.
Luego de varios “rojos” que ambos bebieron, la charla parecía fluir con la naturaleza de dos que siempre se conocieron y hacia mucho que no se veían. Él le doblaba en físico, edad y brillo en los ojos. De a ratos soltaba su largo cabello y lo volvía ajustar para tenerlo bien peinado. Se paraba y se volvía a sentar, movía los brazos -con ademanes al mejor estilo italiano- para reforzar las ideas que expresaban sus palabras. Su castellano era perfecto, usaba palabras, frases, conceptos muy concretos y usuales. Le adjudicaba sus conocimientos en el idioma a Ángela su fallecida esposa. La cual nombraba toda vez que podía y al nombrarla, viraba de la vitalidad a la melancolía. Era multimillonario de cuna y derrochaba la simpleza de esos que siempre tuvieron todo y no necesitaban justificarlo. No parecía un buen hombre era un “justo hombre”.
La Invitación - en Three Wishes.
- Manglio, ese es el punto.
- A dónde quiere ir Nemesio.
- ¿No será que nunca fuimos de aquí?
- Y... ¿de dónde entonces?
- No será que originalmente no lo fuimos y lo hemos olvidado?
- La teoría de Sitchin.
- Hummm. –como dudoso asentimiento.
- No encajamos en esta naturaleza. –afirmó y sentenció- Y lo peor somos tantos que cada segundo se acelera lo inevitable.
- Me temo que sí mi querido Manglio, dentro de un segundo estaremos más cerca de él. Y no hay nada, ni nadie que nos detenga.
- Y... ¿entonces?
- Y entonces, entonces, entonces... –los brazos del viquingo giraban como un molino desbordado- habrá que volver.
- Volver a las fuentes.
- No… que fuentes… ni fuentes, algo más, mucho más.
- No me diga que...
- ¿Qué no le diga que cosa?
- ¿Usted lo sabe?
- Posiblemente, –una sonrisa cómplice se dibujó en el rostro de Nemesio- posiblemente mi querido Manglio.
Se miraron en silencio esperando uno del otro escucharse.
- Nunca se preguntó Manglio, por qué los animales apenas nacen se activan, caminan, nadan o rápidamente vuelan. Nosotros necesitamos años para poder caminar, hablar y mucho más en ser seres independientes. ¿Por qué ellos sí y nosotros no?
- Bueno, nosotros poseemos raciocinio.
- ¿Raciocinio? La raza humana deja mucho que desear y me incluyo primero en la lista. Somos una farsa de hipócritas que lo único que nos importa es llenarnos la panza, tener sexo y engañarnos uno al otro.
- Hay algunos que sostienen que está vida es un “absurdo”. Algo como… atrapados en un pasado que no podemos cambiar, un futuro incierto y un presente de incertidumbre. Como… ciegos corriendo sobre un campo minado sintiéndonos afortunados por escuchar que otros son los que estallan en mil pedazos. Pero convencidos que tarde o temprano también terminaremos en mil pedazos.
- ¿Somos una plaga?
Man se tomó tres segundos en silencio y prosiguió:
- Todo parece indicar que lo somos.
- ¿Por qué?
- Pienso –en voz alta- que… estamos atrapados en un círculo. Como un disco que gira y repite la misma canción. Los mismos “Dramas” una y otra vez. Estamos encerrados y terminamos devorándonos uno al otro.
- Y cuando terminemos de devorar o ser devorados seguiremos con nosotros mismos.
- Un acto de supervivencia producto del tiempo lineal que nos gobierna.
- Al que aceptamos.
- Sí… lamentablemente.
- Aunque es producto de “la razón y la lógica” que nos inculcaron. O nos vendieron
- Y compramos.
- Sin ninguna duda.
- El tiempo que nos gobierna es lineal y produce el efecto “disco” que le mencioné antes. Repetición de los “Dramas”. Lo que vulgarmente se dice: La historia se vuelve a repetir.
- ¿Cómo es el Tiempo?
- Yo considero que es como le comenté… hay una pregunta mucho más interesante a contestar.
- Me gustaría que me la comenté.
- ¿Cómo es el No-Tiempo?
- Tiene una… respuesta.
- No… ni lo que mencioné de El Tiempo, son simples conjeturas de un hombre común.
Nemesio escuchó lo que esperaba escuchar, dándose por satisfecho y entendiendo que la espera había tenido sentido.
- Manglio lo voy a invitar a conocer un hermoso lugar…
Man lo miró en silencio y Nemesio volvió a cambiar la conversación.
- Sí, mañana lo voy a llevar a conocer un hermoso lugar que seguramente lo va a sorprender. ¿Qué le parece la invitación?
- Fantástico.
- ¿Tiene hambre?
- Sí bastante.
- Sabe… soy un excelente cocinero.
- Yo no me quedo atrás…
- Ah… muy buena noticia. Vayamos a la cocina... haber que podemos prepararnos.
"Ellas" - después de El Salto.
Man estaba en silencio sentado en uno de los sillones hacía poco se había despertado. Y hacía mucho tiempo que no había descansado tan satisfactoriamente. Nemesio a unos metros le preguntó:
- Le pido un “rojo”?
Man hizo señas aceptando y a media voz reafirmó.
- Por favor.
- Un té rojo para el nuevo señor Man. –le reclamó a Lao.
Él lo miró y en su mente las preguntas se empujaban unas a otras con el deseo de ser expresadas y encontrar respuestas. Siguió en silencio, aún flotaba en la suave fragancia que había dejado la sensación experimentada.
Nemesio se sentó mirándolo, detrás de él un gigantesco ventanal y detrás del cristal se podía ver confundirse el océano con el plomizo cielo. Un gris profundo salpicado por intensidades menores como un céfiro inmortal del reinante clima islandés.
- Hace muchísimo tiempo uno de mis ancestros – Hakon Iceoffson- se hizo de un "Documento" que generación en generación hemos conservando como un tesoro. Un día cuando niño mi padre me reveló el mismo, solicitándome que si llegaba el día en que desease investigarlo, no dudase y que no permitiera que nada me detuviese. Pasó mucho tiempo… un día estaba sentado en mi despacho, había cerrado un fabuloso acuerdo con otras compañías –mucho dinero- y quise escribir en mis apuntes “ÉXITO” pero escribí, “Existo”. Inmediatamente en mí surgió un gran deseo de agregarle signos de pregunta: ¿Existo? En ese momento recordé a mi padre, al documento y a sus palabras.
- Decidió existir.
- Luego llamé a Ángela y le pedí que nos encontráramos almorzar. Le comenté… y decidí vivir. Y nos propusimos ponernos a investigar el tesoro familiar heredado.
- Amó a esa mujer.
- Nací en una familia multimillonaria, con unos padres amorosos, tuve siempre lo mejor de lo mejor, recorrí el mundo tantas veces quise. Tuve una esposa e hijos, me divorcié viví un largo tiempo solo y luego conocí a Ángela. Ella cambio mi vida... todo tuvo otro sentido cuando la encontré.
- Cómo...
- En un accidente... ella manejaba. La colisionó otro vehiculo al mando de un borracho… volcó, estuvo varios días internada tratando de salir pero no pudo.
-
Debió ser una gran mujer.
- Oh... sí claro... lo era.
Nemesio se quedó mirando con deseos de decirle algo más pero llegó Lao con los humeantes “rojos”. Ambos recibieron con beneplácitos el oscuro brebaje.
- ¿Le decía? –tratando de volver a hilvanar nuevamente el hilo de la conversación.
- De un “Documento”.
- Sí eso… “El Documento”. Junto a Ángela nos pusimos a investigar el mismo con todas nuestras energías. Nos llevó a diferentes partes del mundo, lugares que jamás habíamos imaginado visitar, ya que ni remotamente sabíamos de su existencia. Hasta que un año -gracias a ella y su maravillosa intuición- encontramos el principio de la revelación. Casi simultáneamente nos llegó la información de que en Turquía -la antigua Constantinopla- un manuscrito hacia referencia a nuestro “documento”. El mismo hacia clara mención y daba un pista cierta para interpretarlo. Teníamos lo visualizado por Ángela, que ofrecía una interpretación más cosmogónica y con ello quiero decirle mucho más profunda. Y hasta espiritual y cuando digo espiritual no es…
- ¿Religioso?
- Correcto.
Man hizo hincapié en una palabra que dijo el islandés.
- Usted me dice que Ángela ¿visualizó?
- Sí eso le dije; ella era psíquica.
- ¿Cuál era la explicación?
- El manuscrito no estaba redactado en sánscrito como es común. Estaba escrito en “sumerio” pero la noventa y cinco por ciento del mismo estaba constituido por símbolos desconocidos para los mayores expertos del mundo.
- Esto se pone interesante.
- Recuerdo que Ángela mencionó un pasaje de la obra de Friedrich Nietzsche “Así habló Zarathustra”.
- No me diga nada. –dijo Man anticipándose- “Yo os anuncio el Superhombre el hombre...
Nemesio le siguió y juntos a coro.
- ...debe ser superado que han hecho vosotros para superarlo.”
Ambos por dos segundos se quedaron mirándose agradablemente sorprendidos.
Nemesio comenzó a hablar más confiado que nunca.
- En el manuscrito se menciona la presencia de “algo” traído al planeta aproximadamente 445.000 años atrás.
- Antediluviano.
- Sí, inmemorial.
- Los Anunnakis.
- “Aquellos Que del Cielo a la Tierra Vinieron” - es lo que pudimos estimar con Ángela – los “dioses” de la antigüedad.
- ¿Qué son “ellas”?
Nemesio lo miró y le interrogó.
- Yo siempre digo y… dije “algo”. ¿Cómo sabe que son “ellas”?
Man quedó mudo, sorprendido hasta desorientado.
- Eh… no... no lo sé.
- “Ellas” son…
- “ESFERAS”.
- ¿Cuántas?
- Siete. –agregó Man.
- Sí… “SIETE ESFERAS”.
- No puedo parar mi lengua. Esto me está preocupando.
- A mí todo lo contrario… mi querido Manglio.
Nemesio se paró dio una vuelta alrededor del sillón y escuchó de su invitado la pregunta inevitable.
- ¿Qué me sucedió?
- Estimado Manglio… mi querido MAN, nunca necesite más a Ángela a mi lado que en estos momentos pero debido a su ausencia, le diré que simplemente es una manifestación –como dicen los norteamericanos- de su “gift”. Y no sería extraño que no sea el menos impactante de los que le vayan a ocurrir.
Se quedó en silencio esperando la reacción de Man.
- Es por eso que me llevó al “hermoso lugar”.
- Debe dejar que pase unas horas, quizás unos días para volver a evaluar lo acontecido en el océano.
- Quizás tenga razón.
El vikingo se volvió al tema que antes los ocupaba siendo más preciso en lo datos a trasmitirle al invitados.
- Comencemos de nuevo.
- Volvemos a “el documento”.
- Mi ancestro halla “el documento”...
- En qué consiste o mejor dicho; ¿A qué se refiere cuando dice “el documento”?
Man sintió percibir una redondez adosada a un circulo y chispeante brillos en el centro del la misma.
- Bien. Es una medalla de un material hasta el momento desconocida. Su apariencia externa es la de un metal perlado, por momentos muy liviano. La sostiene una... cadena.
- ¿Cadena?
- No en realidad –siempre me confundo y digo cadena- es similar a un grueso cordón de una sola pieza sin unión alguna localizada. Es incuestionablemente del mismo material de la medalla. Toda la pieza es maleable, obediente, dúctil posee una memoria de forma.
- Memoria... ¿de forma?
- Quiero decir se le puede deformar y luego de un tiempo vuelve a recuperar su forma original. Fue inútil lograr una muestra para analizar y los análisis que se realizaron terminaron desorientando más aún a los supuestamente expertos.
- ¿Mucha gente pudo ver la pieza y manipularla?
- No muchos, pero ha sido inevitable.
- ¿Dónde se encuentra?
- Está a resguardo -absolutamente protegida- como lo estuvo por generaciones. Como entenderá no podrá ver la original pero sí imágenes. Por favor acérquese.
Nemesio lo llevó junto a un gran escritorio dónde sólo había un notebook. Levantó la tapa y en unos instantes pudo mostrarle las imágenes detallada verbalmente. Man estiraba sus piernas y acomodaba su ropa mientras su atención era atrapada por las imágenes. Colocó suavemente la taza junto a la del islandés absorbido por la pantalla.
- ¿Cuál es el tamaño real?
- La medalla tiene siete centímetros de diámetro y un grosor de seis milímetros. La cadena o soga tiene sesenta y seis centímetros de largo. Cómo dije sin unión alguna. Un lado de la medalla es cóncavo, el otro convexo y parecen fundidos uno con el otro aunque mantienen su características evidentemente únicas.
- Identidad.
- Sí cada lado posee una identidad en la correspondencia. Puedo darle detalles...
- Nemesio ¿eso… qué es?
Man se refería a varios símbolos alineados en forma de una espiral ascendente eran guiados por una sutil estela. Estos se ubicaban como único dato en el medio del lado convexo de la medalla. Inmediatamente Nemesio hizo uso del “zoom” del visualizador con el mouse de la notebook.
- Veo que hay símbolos.
- Así es.
- Y sabe su significado.
- Nuestro lenguaje está desprovisto de los términos adecuados para describir fehacientemente a los mismos. Ángela me pedía que no racionalizara mis pensamientos cuando quisiera encontrarle una respuesta a estos símbolos. Decía que sólo con el “intimo sentir” se hallaría la misma ya que de otro modo nos llevaría a conjeturas confusas y tumultuosas. El método es comprender que estamos frente a un “calidoscopio cósmico vibracional” de constantes movimientos pulsantes; En el preciso momento que se racionaliza transmuta dando más motivo a la duda que a la certeza.
- Calidoscopio cósmico...
- “Vibracional”.
- ¿Vibracional?
- No hay concepto que pueda aclarar o describir lo expresado y tenga la plena seguridad… es lo más cercano que con palabras puedo explicarme.
El islandés pasó a otra imagen en la cual se podía observar la cara cóncava. En ella y ubicadas en línea horizontal estaban grabadas en relieve con Siete Esferas.
- Son ellas –se estremeció Man- sin saber el porque de mi deducción. Son ellas.
Nemesio observaba a su invitado buscando interpretar su reacción.
- No sé el por qué, pero digo lo que viene a mi mente. Son –con tono de afirmación- las “Siete Esferas”.
- Ajá.
- ¿Pero qué son las Siete Esferas? –siguió preguntando cada vez más desorientado.
Nemesio dedujo que debería seguir comentándole lo investigado resaltándole lo visualizado por Ángela.
- Primer punto: el colgante –medalla y cordón- no serian terrestres.
- Sí.
- Segundo: la imagen de la espiral y los símbolos. Suponemos que siguen una posición astronómica.
- ¿Cuál?
- Tercero: las “Siete Esferas” parecen ser sólidas.
- ¿Entonces? –soltó cargado de ansiedad por escucharlo la respuesta de islandés.
- Ángela estimaba que están en algún lugar esperando que las encontremos.
- Escuché mal o usó el plural.
- Escuchó muy bien. Lo estoy incluyendo en la búsqueda.
Man tragó saliva bajó la cabeza y se quedó en silencio a sabiendas que la mirada de su interlocutor estaba posada en él. Los dedos de su mano derecha jugaban con sus labios.
- No sé que decirle… no estoy capacitado para tal tarea.
- Yo sé el porque y a quién invito… le pido es que considere la misma como una invitación. Y no está exenta de una retribución.
- No es eso, no sé, en todo caso debería tener más información. Conocimiento.
- No la hay. Le puedo asegurar que la misma se perdió en el tiempo y la que sobrevivió está –ciertamente- en mi poder.
- Iceoffson, ¿quisiera saber que sucedió hoy?
- Muy bien ¿qué desea saber puntualmente?
- Todo.
- Eso es imposible.
- ¿Por qué?
- Man, usted estuvo ahí, yo sólo lo acompañe. Observé a un hombre parado al borde de un precipicio que luego terminó sentado a unos cuantos metros más atrás con los ojos desorbitados. Eso es todo.
- Usted sabe que pasó mucho más que eso.
- Yo “supongo” que ocurrió más que eso. Pero lo sucedido le ocurrió a usted.
- ¿Por qué me llevó a ése lugar?
- Para que experimentara esa conexión.
- ¿Conexión? ¿Conexión con quién?
- A usted le sucedido algo maravilloso debe reconocerlo y admitirlo.
- ¿A usted le sucedió algo similar?
- No y si conozco algo es por las enseñanzas de mi esposa.
- No sé que decirle.
- Yo sí. No se apresuré a tomar ningún tipo de decisión tiene todo el tiempo del mundo. Relájese.
- No es fácil.
- Después de todo las “Siete Esferas” son un tema apasionante... ¿seguimos con ellas?
- Está bien.
- Pero me debe lo de hoy. –señalándolo con su índice izquierdo.
- Le prometo que usted descubrirá que conoce mucho más de lo que ahora recuerda.
Por un nanosegundo Man empalideció visualizando interiormente imagenes conceptuales:
- ¿Se siente bien?
- …
- ¿Man?
- Sí.
- Le pediré otro “rojo”. Venga…siéntese. –lo tomó del brazo y lo llevó al sillón.
- Ok. Estoy bien…
- Debemos descansar.
- Sí, así será mejor.
La imagen "Vista" es gentiliza del Sr. artzubi publicada en www.flickr.com . Muchas gracias por permitirme utilizarla.
Pleno.
- Me parece que no le preocupa.
- En verdad no. No me preocupa.
- Bueno entonces…
- No se confunda... que no me preocupe, no significa que no le de valor a su relato. Sabe muchacho aquí en Islandia cuando trazamos una carretera antes de construirla consultamos a un médium para saber si los “elfos de las rocas” están de acuerdo.
- Para no perturbarlos… entonces el “Señor del Túnel”.
- El “Señor del Túnel” no me inquieta, pues lo que nos debe afligir es el hecho que lo irritó.
- Entonces lo da como cierto.
- Nunca vi un “elfos” pero si presencie un sin número de “expertos” que venían a consultar a Ángela. Aunque no puedo ocultarle que somos propenso a corporizar frecuencias. Quizás ha sido esto -de cualquier forma- lo percibido tiene un valor más allá de todo lo que podamos conjeturar... como fenómeno paranormal.
- Debo tomar lo experimentado como una advertencia.
- Si las “Siete Esferas” están en los hormigueros o túneles –como más le guste- es probable que tengan un guardián. Posiblemente es el “Señor del Túnel” tal como fue su visión o quizás otro u otros. Este es el punto que debemos tener en cuenta.
- Sí estábamos robándonos una Esfera…
- Estaban tomando algo que no debían o la tomaron indebidamente.
- Que no es lo mismo.
- Sí muchacho debe haber una forma… -se quedó en silencio.
- ¿Pero cuál es la manera?
- Considere que en muy probable que no sea necesario sacarlas de su lugar. No somos cazadores de tesoros y menos ladrones. Nuestro objetivo es otro.
- Nemesio realmente no sé muy bien cuál es nuestro objetivo.
- ¿Acaso debo recordarle el Zarathustra?
- Ya me acordé.
- Deberemos tener siempre presente que la Libertad, el Honor, el Deber, la Lealtad, el Amor, la Hospitalidad y el Coraje son nuestros principios más importantes. Son las alas que nos elevan, le repito y agrego: Coraje, Verdad, Honor, Fidelidad, Laboriosidad, Hospitalidad, Disciplina, Confianza en uno mismo, y Perseverancia. Sin Coraje somos rebaño; Sin verdad somos una sombra; Sin Honor no somos nada, Sin Fidelidad somos erráticos; Sin Laboriosidad no habrá meta; Sin Hospitalidad no merecemos respeto ni dignidad; Sin Disciplina somos una nave sin timón; Sin Confianza en nosotros mismos, nada es posible mas sin Perseverancia el fracaso nos tendrá en sus manos; y dejo el Amor como última siendo la primera, sin ella nada tiene sentido, ella es la frecuencia esencial.
Respiró profundo y lo miró a los ojos.
- Nosotros dependemos de nosotros mismos para administrar nuestra propia energía; Si nos derrumbamos, nos volveremos a elevar, y a empezar una vez más, aunque debamos recoger miles de pedazos y continuar. Y para finalizar… en éste mundo todo ideal termina trasgredido que no nos suceda… no lo permitamos: las Siete Esferas no se merecen ello. Prométaselo.
- Prometido. –le respondió Man.
- Voy por dos “rojos”. Descanse que luego le enseñare algo de meditación.
Man de quedó solo en la gran sala, Nemesio había encendido un incienso de aroma dulzón. Caminó unos pasos y se recostó sobre la alfombra de la Flor de La Vida mirando al techo.
Pareció encontrarse en otro mundo quizás así lo era. Él estaba con si mismo, nunca antes había estado en tal circunstancia, ni en tal estado. El silencio parecía embargarlo y a la vez emanarle un sopor excelso. Insólitamente comprendió una diferencia sutil entre lo hermosos y lo bello. Y aunque solía considerarlos sinónimos -tanto de uno como del otro- paladeaba la sutil diferencia entre ambos.
"El Salto", "Domenica", "El Niño" y hasta ser un "sanador" –por Sif- no es posible se decía. ¿Yo sanador?
Pero todo esto había ocurrido no lo había pedido y menos deseado, tan solo bellamente había acontecido. Y eso lo conmovía, en silencio casi como en pausa. Esa pausa que lo sorprendía y parecía llegar de su entrecejo. Había llegaba desde la desilusión del plantearse “todo son iguales” aunque no pudiese aceptarlo. Ese rechazo de seguir en un letargo de rutinas lo impulsó a pesar del temor de cuestionarlo todo y aunque ese "todo" se abalancé contra él.
No puedo ser como dicen que debo. Tengo miedo. Sí tengo miedo. ¿Pero… qué es el miedo? Se preguntó. Es advertencia. Es duda o es solo “miedo”. Sólo sus manos eran presencia de su visón, ellas parecía atestiguar lo que en su sentir emocional ocurría. El Miedo. Ellas se entrelazaban se acarician se estrechaban con la búsqueda de conservar su encuentro.
¿Por qué estaba ahí? ¿Quién era Nemesio? ¿Three Wishes? Tres deseos. Ángela. ¿Por qué le paraliza el alma el tan sólo nombrarla? Los hormigueros. El Señor del Túnel.
¿Por qué YO? Un simple errático mortal en todo esto. Las Siete Esferas. No sé qué son, pero me llaman y las escucho tan claramente. Temo ser un navegante seducido por el sonido de las sirenas. Aunque no puedo dejar de llevarme por su pedido ser y estar. No,
ya no soy igual aunque me lo proponga… he cambiado y aun no lo puedo aceptar pero he cambiado. Parece obvio y simple pero lo vertiginoso de todo esto no me debe permitir asimilarlo. Danza amorosa, Percepción, más lo que presiento y no sé explicarme. No sé… tengo miedo pero no es el miedo de concepto es un miedo… por renacer. O por dar los primeros pasos de está nueva vida.
Cuanto de mi historia me espanta, cuanto de mis ganas me atrae. ¿Es mi hado o mi destino? Pues ¿quién soy? ¿Una propuesta, un proyecto o un infatigable conflicto?
Seguía acariciando sus manos perdido entre sus conjeturas. Ya no era mundano era más que eso, mucho más hasta que él mismo. Ya no era lo que había comprado o lo que le habían vendido, parecía asemejarse a otro ser… quizás a él mismo.
¿Cómo puedo platearme todo esto después de lo dicho por Nemesio?
Nemesio regresó con dos tazones de té rojo humeantes.
- Esto es lo que necesita mi muchacho… jojojó!
Man pretendió levantarse.
- No se mueva está en lugar indicado. –acercándole el tazón.
- Bueno gracias… ración doble.
- El tamaño adecuado al grado del conflicto. Jojojó.
- Siempre sabe lo que me está pasando señor Vikingo.
- Muchacho… sino le ocurriese lo le acontece estaría más que decepcionado.
- Ah… hablando de decepción. ¿Por qué será lo de Domenica?
El Vikingo tragó un largo sorbo del té rojo preguntándole a su especial invitado.
- ¿No estará emparentado por el lado de lo emocional?
Man se quedó en silencio.
- Bueno muchacho sigamos adelante. Me gustaría que realizáramos un ejercicio de meditación.
- Con qué objetivo.
- Pregunte menos y haga.
- Ok. –buena respuesta pensó.
- Quítese las botas y busque una posición cómoda.
Man tomo la posición de loto, sus piernas cruzadas, su tronco recto y sus manos apoyadas sobre sus rodillas.
- Muy bien.
- Ahora cierre los ojos. Voy a oscurecer el lugar para ayudarlo en la concentración.
- Ok.
Lentamente el cortinado fue cubriendo el gran ventanal.
- ¿Le molesta el incienso?
- No... todo lo contrario.
- Entonces cierre sus ojos. Relaje sus hombros lentamente, no hay apuro alguno; El Tiempo es nuestro aliado.
Nemesio se descalzó y cuidadosamente se sentó junto a él tomando una postura similar.
- Respire. Concentre su mente en su respiración. Así muy bien…
Él comenzó a inhalar y exhalar rítmicamente. Y en la medida que más lo hacia más lento era el ritmo. Nemesio cerró los ojos concentrándose profundamente en su discípulo. Y con voz casi susurrante comenzó a decirle:
- Manglio…Man busque la serenidad. Ella está a la espera de su encuentro. Dígale a su cuerpo que le dará unos minutos de tregua.
Él comenzó a sentir la suave y punzante presión entre su entrecejo. La cual comenzó lentamente a cruzar toda su columna vertebral. Trasmitiéndole una sensación reconfortante y flotante a todo su cuerpo.
- Permítase agasajarse con sonido.
Y en los oídos pareció escuchar la marea de un mar desconocido.
- Permítase rezar un recuerdo.
Y se vio cuando niño recorría en bicicleta junto a su padre el parque de su ciudad.
- Rócelo acarícielo pero no lo capture ni permita atraparse. Es bello muy bello.
Su padre corría dejándose alcanzar para volver a correr y ser nuevamente alcanzado por un pequeño Man radiante. Estaban felices jugando como cualquier padre e hijo en un tarde primaveral.
- Usted está seguro, tranquilo, relajado.
Inhalo y exhalo profundamente gozando del recuerdo. Saludó ese instante eterno y siguió la voz guía.
- Ahora encontrará un sendero. Camine… comience a recorrerlo. Suave, tranquilo, seguro, feliz.
Un sendero apareció en Man de diminutas piedrecillas celestes, bordeado por una tierna verde hierba.
- Llévese tranquilamente al estanque. Ya puede sentirlo está tan solo a unos pasos.
Al escuchar estanque asocio la pileta del túnel y pareció sutilmente retroceder su postura.
- No tema… usted está sereno, seguro, protegido… déjese llevar.
Relajo su columna vertebral y su gesto. Su lengua se posó sobre su paladar y sintió el gusto del té rojo que volvía a ocupar sus papilas. Mas el aroma dulzón del incienso lo embriaga placenteramente. Permitiéndose proseguir serenamente.
- Está en el estanque gozando de las tibias aguas cristalinas.
Comenzó a lavar su cuerpo con ellas, sintiendo desprenderse del mismo una tinta oscura que era diluida por las mágicas aguas hasta hacerla desaparecer.
- Hay una cascada puede advertirla… está esperándole.
El agua caía sobre sus hombros sobre sus cabellos, poseía un brillo especial pues nutria su alma trasmitiéndole algo peculiar. Paz.
En ese peculiar instante la presión en su entrecejo se acentuó profundamente expandiéndose desde su columna al resto del cuerpo formando un cuerpo antes jamás experimentado en él. Su cuerpo de luz había sido activado. Los siete colores danzaban etéreos en juego celestial. Lentamente su tronco fue echando hacia atrás llevando su cabeza hacia el piso para finalmente recostarse. Sus brazos lánguidamente fueron sobre su cabeza para lograr unir sus manos formando la Lemniscata.
Nemesio hacia unos segundos había tomado la misma posición. Ambos formaban una “V” ; Primero fue el vikingo que comenzó a levitarse casi cuatro centímetros, para luego ser igualado por Man. Estaban estrechamente conectados es por ellos que ambos perciben una misma primer visión de ondas flameantes. La observan.
Man sigue la ahora silenciosa guía de Nemesio. El cual le manifiesta que no debe juzgar de ahora en más lo que perciba. No debe dejarse gobernar por la mente ya que está en un estado muy especial. Mientras sentía que su cuerpo parecía emanar una halo protector.
- “No etiquete” “No compare” no es necesario. Permítase llevar... usted tiene el timón sabrá por dónde navegar.
La imagen lentamente mutó mientras los cuerpos comenzaron a girar sutilmente contra las agujas del reloj.
La voz de su padre resonó en el cuerpo de luz de Man hacia cambiar el movimiento.
- percibir, esfera, espiral, corazón.
Los cuerpos se mantenían levitados girando suavemente. Y otra vez la imagen mutó:
- Esfera, esfera… “Perfección”.
- Espiral, espiral… “Tiempo No Tiempo”.
“Saber, Atreverse, Querer, Guardar Silencio”
“unicidad”
El rostro de Man era surcado por finas, brillantes y cristalinas lágrimas que brotaban llenas de júbilo. Él era una esfera, perfecto centro, parte y punto del cosmos.
El giro pausadamente comenzó a detenerse y al hacerlo sus cuerpos descendieron también paulatinamente hasta hundirse en la alfombra de la “Flor de la Vida”.
- El viaje recién ha comenzado la Sabiduría, la Perfección, el Tiempo No Tiempo, el Amor son Unicidad en su cuerpo de Luz. Pleno es Pleno. Uno en Todo. Todo es Todo. Esfera.
Man movía sus ojos aún cerrados como lo había hecho en toda la travesía. Deseaba más pero estaba tan maravillado que deseaba salir a saltar gritando a los mil vientos lo percibido; Y a la vez no quería mover un músculo ni provocar un deseo que interfiriera ese magnifico estado.
- Lentamente abrirá los ojos… muy lentamente. Recorra nuevamente su cuerpo desde las puntas de sus pies… pasando por sus pantorrillas. Muslos; Cadera… lentamente muy espaciosamente; Siga por su plexo solar… lánguidamente pase por su corazón, por su garganta, por entrecejo y llegue a su corona. Sépase vivo, eterno, libre, curioso y alegre. Sueñe la vida en la frecuencia sublime del Amor.
Man había abierto sus ojos, sintiendo el surco que las lágrimas de gozo habían dejado en su rostro. Comenzó a mover tímidamente sus manos, que como todo su cuerpo estaba absolutamente relajadas. Luego de unos minutos Nemesio preguntó:
- ¿Se encuentra bien? –ahora escucho la voz clara de Nemesio.
- Sí. –atino a decir.
- Despacio. El regreso debe ser paulatino, no se exija. Respire.
Inhalo, exhalo e incorporó su tronco para retomar la posición de loto. Quedando ubicado frente a Nemesio. Sonrió diciendo:
- Gracias. –cerrando y abriendo sus ojos.
- Gracias a usted por permitirme recordarle.
La experiencia con "la pequeña Sif" vino instantáneamente a su mente sintiéndose ella al ser corregido su destino. Se encontró posesor de la sonrisa del "El Niño" y cubierto con ese amor que siempre está… de su padre. Y más que eso, ya que ahora había percibido lo "Pleno".